Revista Digital de El Quinto Hombre

 OVNI, UNIVERSO Y DIOS

                                             José Alberto Marengo


Ober-Sadelegg, Switzerland - 8 de marzo de 1975, 17:40 hs.


El Ovni suele significar para muchos, cosas muy distintas, y para  otros, simplemente, nada. No sé qué es peor. Pero sin duda pone al descubierto, desde la psicología del sujeto que lo estudia, hasta la capacidad de razonar. Hoy quiero ser simplemente uno de esos sujetos que lo razonan, no en sentido técnico sino en sentido general.

Dirijo estas líneas especialmente a quienes alguna vez hayan tenido con este tema una sacudida de tipo científico, filosófico, religioso o moral. Lo dirijo a quienes se les haya "movido la estantería" alguna vez "por culpa" de este asunto.

Amigo lector, ya nos sentimos identificados.

Toda iniciación comienza en un principio pero no siempre desde un principio. Para una iniciación sería acertada la expresión "in illo tempore", que marca un comienzo de algo, pero no necesariamente "desde siempre". ¿Cuándo "comienza" un OVNI? Pues cuando comenzó la civilización tecnológica que lo creó.

¿Cuándo comenzó esa civilización? ¿De quienes son hijos o nietos?. Aquéllos, a su vez, ¿de donde vienen?. Y así sucesivamente, una y otra pregunta generan respuestas que sólo se dejan en un plano generatriz de explicación y creación, en el sentido de que sólo se habla "del generador del generador". Pero cuando preguntamos por el último generador de nuestra serie, que en realidad es el PRIMERO, llegamos a contradecir olímpicamente el principio de causalidad, con un manejo de antecedente y consecuente para caer en una generación espontánea y en un sí porque sí, de, por, y para todas las cosas. Tan hermoso (por lógico) el principio, lo hacemos pedazos en su primera consecuencia. Ante esto, sería más honesto alegar algo "porque a mí me pareció", sin tener en cuenta ninguna mecánica de razonamiento, que total destruiré luego por no tener la paciencia de esperar quizás algún  par de milenios para que el asunto se resuelva. Sí, milenios, ¿o es que en el mundo en que se pregona la coparticipación y la copropiedad con todos y de todos, debo asentir que ello sólo vale para el hoy y no para todos los tiempos? ¿Acaso no debo compartir con el mañana de mis hijos? ¿No  debo pensar también hoy para que se termine de resolver mañana? No es una manera de salir de este tiempo, y  no sólo de este espacio? Mi primer argumento: la inteligencia. La inteligencia es una facultad que cuando interviene en un acto no interesa de quién, deja un sello inconfundible en la obra creada. Deja señal del principio y permite adivinar el fin. Este rastro es el orden, es la dirección. No hay orden que no venga de una razón. No hay ordenación que no conduzca a su fin, y no hay orden u ordenado sin ordenador. Si no hay acto sin actor, mucho menos habrá obra creada inteligentemente sin inteligencia creadora, Lo único que estoy haciendo es usar el principio de causalidad hasta sus últimas consecuencias. Si uso un método de investigación no lo puedo cambiar a mitad de camino.

Entonces, amigos, me pregunto, ¿cómo pueden desvanecerse estructuras metafísicas ante la aparición de algo que no sólo no niega lo anterior sino que además nos dice, que hay toda una eternidad por conocer? El secreto no está en Aquel que se nos esconde detrás de su propia OBRA, sino en que nuestra necedad (por haber considerado EL TODO a nuestro ego), no nos permite ver en la obra de aquel que a cada momento nos la presenta y nos firma sobre la misma. Ya no se necesita la firma de un gran pintor sobre el cuadro. ¡Se lo reconoce! Yo  espero siempre al "científico" que me diga de que de uno o millones de tachos de pintura desparramados puede salir una buena obra, o con un mensaje inteligente. O que lanzando al aire millones de letras al azar podría salir HOMERO o LA DIVINA COMEDIA.


Nave luminosa al anochecer TEPOZTLAN (MEXICO)

Quizás ni siquiera la palabra mamá. Quisiera conocer al "RACIONAL" que fabricará un UNIVERSO ORDENADO como el que tenemos, con actos poderosos pero "sin razón", sin inteligencia. Nada ni nadie da lo que en sí no tiene. Ni cosa ni persona, ni tiempo, ni circunstancia. Pero he aquí que se pretende que un OVNI, mucho más alejado del acto natural de la creación, debe ser fruto de "algunos" que siendo de una especie intelectual, fueran generados sucesivamente por otras y por otros, pero sin un primer principio, sin un acto inteligente, y sin un primer actor. Culpa también es, de que situamos al Actor en una forma, propia de una circunstancia ya pasada y que necesita ser revista. Hoy, investigar no es un pecado sino una obligación. Debo ir, por infinitos caminos, y descubriendo sus maravillas, hacia aquel que me hizo suficientemente capaz de descubrirlo, y que no obstante choca una y otra vez a mi razón primitiva para aceptarlo. Si elegí el método científico, seguiré inexorable el principio de causalidad y renunciaré a  toda fe, poniendo cada paso en duda, y de esta manera llegaré siempre  e indefectiblemente a la causa primera, que es la que quita la sinrazón de las  cosas al final, que nosotros tampoco aceptamos al principio. Si quiero arribar a un resultado coherente, seré consecuente con mi propio principio. Aún lo casual, será bajo análisis, causal. Amigo lector, investigue, busque, pero no proponga una causa, encuéntrela.

El OVNI, por suerte, nos lleva más allá de su propia tecnología, de su admiración, y de su procedencia inmediata. Nos lleva, sí, a extender nuestra meta, a ampliar nuestra mente, a reconocer grandes o pequeños, a ubicarnos o a perdernos, según que nos hayamos centrado en nuestro ego (cual los únicos) o nos hayamos sentido sólo parte, como ellos y entre ellos, de una obra creadora.

El Quinto Hombre