Revista Digital de El Quinto Hombre

EL MITICO DRAGON - parte III

                                                 

Una investigación del Grupo CAEFA (Argentina)

Habíamos referido que la cultura china, a los dragones los consideraba con una aceptación totalmente diferente que Occidente, que desde Sumer, en tiempos inmemoriales, en adelante, esa figura mítica era, y es, maléfica.

Los chinos nunca mataron dragones ni les comían sus vísceras ni les bebían su sangre, apropiándose de su fortaleza, vital e instintiva; ellos son seres benéficos y amables, símbolos permanentes de abundancia, esplendor espiritual y felicidad,  que viven dentro de las aguas, sean lagos, mares, ríos o las minúsculas gotas de lluvia. Los dragones se alimentan de golondrinas, que persiguiendo moscas se les introducen en su boca.

Los asiáticos tienen especial admiración y afecto por estas criaturas míticas, desde mucho tiempo atrás, y quizá pasa a la historia la dinastía de los Ching, cuyos emperadores se sentaban en los tronos con forma de dragón así con sus lechos de dormir que tenían la misma configuración  igual a sus naves transportadoras. Es de destacar que los hindúes con sus vimanas, aparatos propulsados por mercurio, tenían también la misma forma dragónica.

Si leemos en un legendario diccionario del siglo XVII nos encontramos con la definición de que ese animal es el mayor de todos, teniendo cabeza de camello, con sus ojos de liebre y orejas de toro así como cuernos de ciervo. El cuello tiene la configuración de una serpiente (otra vez la sintonía con ese animal) y el vientre de un sapo, otra figura mítica. Sus ochenta y una escamas, nueve veces nueve (número profundamente espiritual, el tres veces tres de Hermes Trimegisto), formaba una carpa que concluía con las garras de un águila que recuerdan también a las del tigre. Evidentemente, el dragón sintetiza todas figuras simbólicas de animal, que siempre la mitología ancestral ha señalado a través de los tiempos.

El dragón es amante del jade (tan admirado por los mesoamericanos) y de las piedras preciosas, que se sabe de siempre y hoy lo acepta la propia ciencia, tienen un alma, la más primitiva de todas.

Su aterciopelada voz suena como el legendario gong de los chinos, formando con su aliento respiratorio una nube que se puede convertir en lluvia o fuego; para que llueva se le debe ofrecer su manjar la golondrina y para que aparezca lo ígneo hay que excitarlo con la planta del mong, que la odia, igual que el hierro, el ciempiés  y la seda de cinco colores.

Que raras particularidades tiene este dragón chino, que de pronto puede ser maligno cuando aparece el Sol, su ancestral enemigo, y puede producir oscuridad cósmica produciendo eclipses. En la isla de enfrente, en el Japón, los dragones exigen anualmente el sacrificio de una doncella; aquí hay algo del mundo occidental, y no se sabe por qué.

Otras malignidades de esta figura mítica en el Oriente, particulares del Medio Oriente y del Occidente, suceden cuando el animal es molestado o insultado por el Hombre; su reacción lo lleva a provocar una gran sequía guardando toda el agua de las inmediaciones en grandes vasijas; él que vive en las gotas de lluvia; todo muy simbólico.

Otra característica oriental, de las tierras del Sol Naciente, es su efecto medicinal porque actualmente en las farmacias se vende polvo de cocodrilo que cura distintas clases de verrugas, afecciones de la piel asi como el mal de amores; recordemos que el cocodrilo forma parte del dragón, y es su descendiente, ya que sus características morfológicas recuerdan al personaje mítico. En Bolivia y Perú, para nosotros ascendientes de los asiáticos, sucede lo mismo con polvos de reptiles.

Los dragones y sus descendientes, pueden servir de alimento al ser humano ya que son comunes los picadillos o sopas de estos animales; tradición antiquísima que viene desde el siglo I antes de Cristo, porque según la leyenda, un dragón llegó a los jardines imperiales y tanto el emperador como sus ministros, degustaron su carne encontrándola  exquisita y de buen gusto. Quizá viene de allí la costumbre asiática de comer, en actuales restaurantes cinco estrellas, a las supuestas deliciosas serpientes.

Estas criaturas míticas, ancestrales, continúan en la actualidad apareciendo en la mente de nuestros contemporáneos así como en fraudes que dejan siempre el motivo de la sospecha, que fomenta aún más la realidad simbólica de los dragones.

 

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