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Revista Digital de El Quinto Hombre
INVESTIGACION DE VIDAS PASADAS - LA SALIDA DESPUES DE LA MUERTE
(Décima pauta de comportamiento)
En el momento de la muerte física sale del cuerpo una entidad inmaterial.
Ella tiene distintas descripciones: burbujita, nube, espuma, bolita,
etc. esa entidad ha sido fotografiada y pesada, corroborándose que
su peso es de veinticinco gramos.
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por Fabio Zerpa |
Desde que en 1928, Tomás
A. Edison creó aquel aparato con permanganato de potasio, el hombre
ha tratado de "materializar" su mundo espiritual y las comunicaciones
con el más allá.
Friedrich Juergenson y el Dr. konstaintin
Raudive, lograron en la década del 60, las grabaciones del Más Allá,
así como en la década del 70 los doctores Hans
Keckman, Paul Jones, William O'Neil y Georges W. Meek, lograron el
Spiricom, equipo más sofisticado para la comunicación mutua. Fue famosa
la comunicación de más de veinte horas entre William O'Neil y el Dr. George
Jeffries Mueller, que había fallecido unos catorce años atrás.
Ya en la década del 80, Klaus
Schreiber y Martín Wenzel, de Alemania Occidental, logran imágenes
de personas difuntas en su pantalla de TV., usando sistemas ópticos electrónicos
de reprocesamiento. En Chile tuve oportunidad de ver las investigaciones
de la Escuela de Luxemburgo sobre ese particular, y obra en mi poder, un
video realmente impactante de las investigaciones hechas por el Padre Brune, de la Iglesia Católica, donde
se muestran varias personas en el "Más
Allá".
En un laboratorio inglés se
logró pesar nuestra supuesta alma, obteniendo los famosos veinticinco
gramos y en Alemania, en el momento de la muerte de una persona, salió
fotografiado una especie de humo, desde el corazón del falleciente, volatilizándose
hacia arriba.
Esto es lo que nos dicen los
sofronizados e hipnotizados, al reproducir el momento de la muerte anterior.
Sale "mi espíritu", salgo "yo", por distintos lugares del cuerpo físico,
según cada caso.
Muchas veces, quedan durante
un lapso alrededor de su físico, de su casa, o su lugar de acción: son
los famosos fantasmas. Esto
sucede unos pocos segundos, minutos, horas, hasta el récord actual del
fantasma de Port Clyde, Nueva York. Una señora permaneció en el lugar
durante más de cien años obsesionada por las tareas de la casa. Ante la
muerte del esposo y dos hijos, no quería dejar su
sitio en su casa.
Aún no conocemos el porqué
de la salida espiritual por distintos lugares del cuerpo físico que manifiestan,
tanto los que ya fallecieron con su muerte cerebral, como los testigos
de "La existencia más allá de la
vida". Por supuesto seguiremos investigando.
UN HECHO COTIDIANO: SIN LAGRIMAS NI TRISTEZA.
Cuando yo estaba en los borradores
de este libro, mi empleada doméstica faltó cuatro días a casa. Cuando
por fin abrió la puerta una mañana, la vi entrar abatida, pálida.
Pensé que estaba padeciendo alguna enfermedad, pero no era así.
Su padre había fallecido.
Había sido algo sorpresivo, imprevisto. Un hombre sano y relativamente
joven, tuvo un paro cardíaco y se fue. Esta chica, obviamente sintió el
impacto, pero trató de recordar algunas conversaciones que había escuchado
mientras yo preparaba el material para este libro. Recordaba especialmente
el título, que le había quedado grabado a fuego: "MORIR
ES VOLVER A CASA".
Por lo tanto, luego de llorar un buen rato por la pérdida del
padre que tanto amaba (era la única hija mujer, su preferida), halló consuelo
en la certeza de que aquél estaría viviendo una nueva vida. Pero se encontró
con el reproche de su madre y sus tres hermanos, que al ver que su llanto
y su dolor se transformaban en una serena aceptación, la acusaban de desalmada.
(Con lo que te quería papá, lloraste solamente un rato y ya se te pasó).
La joven trató de explicarles que el padre había pasado a otra instancia
de su vida, pero la ignoraron y siguieron llorando convulsivamente.
-
Pero entonces, ¿cómo hay que despedir
a un muerto?, me preguntaba esta chica desorientada. Yo se que está bien donde está.... pero, a lo mejor.... tendría que llorarlo
un poco más. A mi me dolió mucho. Además, fue así, de golpe. Pero como
Ud. siempre me dijo.....
Lo que siempre decimos, lo
volví a decir, y quiero dejarlo por escrito y aclararlo definitivamente.
Quizá muchas personas se sientan profundamente heridas por estos
conceptos, especialmente teniendo en cuenta que el hombre vive inmerso
en una psicosis social, atado al materialismo y al querer,
que no es igual al amar.
Esto se ve cuando muere un ser querido. El querer es tomar, agarrar,
poseer: "Yo te quiero para mi, egoístamente, te tomo como una pertenencia
más. Entonces debes ser mi madre, mi hijo, mi esposa, mi ser querido.
MIO".
Esto no tiene nada que ver con el amar,
que es dar.
El yo verdadero, a partir de la muerte, empieza a vivir la armonía
del Mar de la Tranquilidad o Serenidad, el cual vieron todos los que han
hecho viajes astrales o existencias más allá de la vida, de los cuales
ya hablamos. Por lo tanto, no tiene sentido abrazarse al féretro, hablarle
o cubrirlo de flores, sencillamente porque nuestro ser querido no está
ahí. Ha partido para continuar su ciclo.
Es importante, además, que todos sepamos que nuestros muertos no
se van a encontrar allá arriba con jueces severos que los condenen y castiguen.
El Tribunal Supremo les recuerda sus acciones, buenas y malas, les hace
un balance de sus vidas, y de acuerdo a esto, los hará volver o no, según
en que escalón del aprendizaje se encuentren.
No hay que llorar a los muertos porque su espíritu vive y está preparado
para superar el trance de la muerte.
El Dr. Hugo Dopazzo,
excelente profesional, especialista en enfermos terminales, asegura que,
en los instantes finales, el enfermo empieza
a tener conciencia de lo que va a vivir más allá, de que tiene que
dejar su apego y afectos terrenales porque va a seguir viviendo en otro
lugar. A los familiares les cuesta mucho comprender todo esto. Ellos quieren
ayudar pero a veces, terminan haciendo lo contrario.
Hemos visto muchísimos cuerpos,
dentro de féretros, con una sonrisa, con un semblante casi de beatitud,
que refleja el último momento, en el cual el sujeto se dio cuenta de que
empezaba a vivir auténticamente. Ese gesto de paz debe ser el consuelo para los que quedan. El ser
querido ya es una lucecita, una nube que está flotando en el "ALLA ARRIBA".
-
Y esa gente que se suicida, ¿también
va arriba, a la luz?, me preguntó esta joven.
Este es un interrogante muy
común. Se cree que el suicida es una especie de desterrado del Cielo y
que sufre castigos eternos. Sin embargo, no es así. Con esto pretendo llevar tranquilidad a los
familiares de los suicidas. Ellos,
también van a la luz; no a la luz total, pero sí a un estado intermedio
del entrevidas. Por estadísticas en nuestras sofrosis, podemos asegurar
que bajan rapidísimo, generalmente a los pocos meses del momento del suicidio.
Los suicidas son personas que no soportan sus sufrimientos, están enfermos
espiritualmente y no pueden hacer frente a los inconvenientes materiales.
Interrumpen su vida pero tienen que ordenarse, recomponerse y ver su yo
interior. Por eso bajan inmediatamente: deben capitalizar lo negativo
y aprender a vivir mejor. Por eso, a esta muerte también se le debe encontrar
sentido y consuelo.
Tuve varias charlas con mi
empleada doméstica. No sólo no le quedó ninguna duda al respecto sino
que, con el correr de los días, logró trasmitir a su madre y a sus hermanos
la fuerza necesaria como para creer que el padre estaba mucho mejor.
Sufrimos la pérdida, pero
lo aceptaremos con naturalidad: se fue alguien que cumplió parte de un
ciclo y que, probablemente, en breve comience otro dentro de la eternidad
y quizá nos encontremos en esa paz espiritual o en una nueva vida material.
Nuestros lamentos no tienen sentido.
En realidad, la muerte no existe.
Gracias por estar.
El Quinto Hombre
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