Revista Digital de El Quinto Hombre

INVESTIGACION DE VIDAS PASADAS
LAS EXPERIENCIAS NARRADAS SON COINCIDENTES
(Novena pauta de comportamiento)




La mayoría de los testigos sofronizados o hipnotizados indican que, producida la muerte física, "van por un túnel" o se elevan a otros estadios extradimensionales o "superiores", donde "viven otras vidas", cortadas luego por el descenso al plano material, "porque tienen que volver a la vida física".


por Fabio Zerpa

Ese túnel es muy conocido por las experiencias de "la existencia más allá de la vida", mal llamada la vida después de la muerte, porque en realidad no se ha producido la muerte total. Sólo se ha producido un paro cardíaco, o una detención en la vida consciente, viviéndose estas situaciones hasta el famoso "Portal Blanco" donde "Alguien" expresa que hay que "volver a la vida". Quizá en la simbología de esa puerta, esté el traspaso a la vida eterna, a los mundos más allá de la tridimensionalidad que vivimos en nuestra vida física.

Parece que en el trance de la muerte se revee la vida como una vertiginosa sesión cinematográfica. Según el psiquiatra Rusell Noyes, de la Facultad de Medicina de Iowa, no se trata de una leyenda. Luego de interrogar a ciento catorce personas que saltaron de un décimo piso, se estrellaron en accidentes aéreos o estuvieron a punto de ahogarse y sobrevivieron, el médico describe los últimos momentos de la existencia como una primera fase de rechazo y pánico, y otra de revisión "cinematográfica" de los principales acontecimientos de la vida, a la que sigue un estado de trascendencia en el cual, el cuerpo no importa y sólo cuenta el espíritu.

En el esquema correspondiente a personas en estado de coma o declaradas muertas y no víctimas de accidentes, la "sesión cinematográfica" interviene en un momento bien preciso, y quien se encarga de la "proyección" no es otro que "El Ser Luminoso".

Como en todos los casos narrados a los doctores Kubler Ross y Moody, la sesión cinematográfica es difícil de describir, pues las escenas de la vida se hacen visibles simultánea e instantáneamente.

Sin embargo, los detalles se distinguen claramente en tres dimensiones y a veces también en color. Tampoco la emotividad está ausente; de tal modo que de "regreso" a la vida, es posible conservar durante varios días recuerdos muy precisos de sucesos que se creían olvidados.

"La luz me preguntó qué podía contarle de mi vida, y de pronto aparecieron las visiones. Volví a mi infancia y reviví mi pasado, año tras año, hasta ese mismo instante. Me vi en el jardín de infantes, dolorida por haber roto mi juguete favorito, y luego, en la escuela primaria, recibiendo un premio; más tarde en la secundaria, etc. Todo era tan nítido y colorido, que tenía la impresión de asistir verdaderamente a todas las escenas, de ver los mínimos detalles, no desde la perspectiva de quien los vive sino desde el exterior. Veía un grupo de chicos entre los cuales estaba yo. Mientras mi vida desfilaba ante mis ojos, la luz había desaparecido y, sin embargo, estaba presente y por momentos intervenía. Cada intervención tenía por objeto mostrarme detalles particulares, destacar actitudes o actos de la niña que era yo misma. La luz me mostraba los momentos afectivos de mi existencia y cada uno de esos actos representaba amor o saber. Eran particularmente nítidos los lazos que siempre habían existido entre mi hermana y yo. Parecía necesario aprender (la luz me había dicho que yo no estaba lista y que aún debía vivir y aprender), y ese aprendizaje no llegaba a su fin en el momento de la muerte. Todo era lento, lo que me permitía comprender. En realidad, creo que no duró más de cinco minutos".

El Dr. Raymond Moody reconoce que el ser luminoso no siempre está presente durante la sesión cinematográfica, y comporta varios ejemplos de personas que estuvieron al borde de la muerte.

Un soldado herido por una ráfaga de ametralladora en la guerra de Vietnam vio "una serie de diapositivas que se sucedían vertiginosamente y me mostraban toda mi vida".

En numerosas mitologías, para penetrar en el país de los muertos, se franquea una frontera, una ribera; por ejemplo, la laguna Estigia de los antiguos Griegos. Muchas personas se aproximaron a ese límite pero no lo transpusieron. No siempre es un río o una laguna. Puede ser una barrera, bruma o simplemente una línea demarcatoria.

"Tenía la impresión de estar en un barco que se deslizaba por el agua. En el borde opuesto veía a mi madre, mi padre, mi hermana y a otras personas muertas. Ellos me hacían señas para que me acercara, pero yo sabía que aún no estaba lista. Durante todo ese tiempo veía a médicos y enfermeras luchar con mi cuerpo como espectadora, y pugnaba por decirles que era vano todo ese esfuerzo por salvarme, pues todavía no había llegado mi turno de morir. Pero nadie me escuchaba. Poco antes de que mi barco llegara a la orilla dimos media vuelta y me desperté. Entonces pude decirle al médico: No moriré".

En la mayoría de los testimonios donde aparece la frontera, los parientes muertos o el ser luminoso están del otro lado.

Esa acariciante luminosidad resulta tan fascinante a otros sujetos que declaran no haber deseado abandonarla.

"No sé por qué fui devuelta a la tierra. He pensado en ello muy a menudo y creo que debe haber sido para educar a mis pequeños hijos o porque aún no estaba lista. No quería regresar, pero a la vez pensaba en mi marido y en mis tres criaturas. ¿Quién se ocuparía de mi familia? No podía arrancarme esa idea de la cabeza y me daba cuenta de que no estaba lista".

El re-ingreso en el propio cuerpo se efectúa a veces luego de un pasaje inverso por el túnel. El hombre que luego del accidente automovilístico sintió que su alma salía del cuerpo por la cabeza, percibió más tarde que reingresaba en él.

La mayoría de las personas no sienten volver a la vida, pero, sin embargo, la aventura vivida los marca profundamente.

Se trata de una impresión duradera ya que, a diferencia de un sueño o de una alucinación cuyo recuerdo se pierde con el tiempo, la experiencia de la muerte da un sentido de la realidad muy particular, según el testimonio de gran cantidad de entrevistados, que insisten en destacar que dicha experiencia nada tiene que ver con un sueño. Ese aspecto de "realmente vivido" del fenómeno, lo hace aún más inadmisible para los familiares y amigos del protagonista y, por consiguiente éste renuncia casi inmediatamente a hablar del tema.

Pero además, ciertas personas no logran explicarlo pues las palabras les resultan insuficientes. En resumen, nadie lo menciona y cada cual cree que su experiencia es única. Por eso, la aparición de libros de los doctores Kubler Ross y Moody fue una revelación para muchas personas.

"Ahora sé que no estuve solo y que no estoy loco. Nunca lo mencioné por temor a que me lo dijeran..."

Cuando se vuelve del más allá, el encuentro con el ser luminoso es lo que más marca al individuo. Y es así que se repiten preguntas como: "¿Qué hice de mi vida?" "¿Viví realmente de la mejor manera posible?" "¿Cómo voy a organizarme de aquí en adelante?"

Vale decir que se ingresa en el camino de la filosofía y de la metafísica. Pero eso no impide que se aprecie a cada momento de la vida como algo valiosísimo. Es así como esta preeminencia del espíritu alcanza a veces los límites de lo extraño.

"Muchos amigos me han dicho que ejerzo de sedante cuando están nerviosos" "En ocasiones leo los sentimientos y los pensamientos de quienes se me cruzan en un ascensor" "Tengo la impresión de adivinar los pensamientos de la gente, antes que los expresen. No se si es una facultad adquirida durante mi muerte o algo que ya estaba en mi y se activó en ese momento". Yo soy testigo de ello.

Hay algo en común entre todos los que estuvieron en contacto con el más allá: la pérdida del temor a la muerte.

Una mujer habla de "volver a su casa"; otros de liberación o despertar. Y si el punto de vista de los ateos cambió, también se registraron variaciones en el de los creyentes: el mito paraíso-infierno fue abandonado y reemplazado por una suerte de paraíso luminoso para todos, sin castigos, con juicio de diálogo y comprensión, sin cólera divina, con aliento para la existencia, para progresar y desarrollarse en amor y sabiduría.

continúa

Gracias por estar.



El Quinto Hombre