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Revista Digital de El Quinto Hombre
INVESTIGACION DE VIDAS
PASADAS - SIN SALDO EN ROJO EN LA VIDA
(Pauta de comportamiento n° 16)
Todos tenemos un Destino, un Karma o una Causalidad, como lo
indican las leyes universales, verdaderas y herméticas, del Kybalion.
Pero por supuesto, los grandes maestros nos dan el libre albedrío
para poder ascender más rápidamente en la Escalera de la Sabiduría.
Cada uno puede ser artífice de su propio destino, ya que pareciera
que no debe haber saldo en rojo, y que debemos limpiar nuestro expediente
espiritual. |
por Fabio Zerpa |
Muy pocas veces sabemos que
dentro nuestro está ese Amigo Invisible, que a todas luces es nuestro
maestro interior. Es esa chispa de energía vital emergida del todo, que
forma parte del todo-unidad. Es la partícula por la cual estamos hechos
a imagen y semejanza de Dios. Pero dudamos de esto, y negamos que cada
uno de nosotros pueda ser un maestro y discípulo a la vez. Deseamos tener
el maestro externo para excusarnos de nuestra falta de amor y por supuesto,
de servicio: el que ama y sirve es el otro, el Maestro externo.
La intuición es la representante
de ese Maestro Interior y no desea sumergirse en la sociedad consumista
que hemos fabricado. Cuando estamos atontados (como realmente lo estamos)
y solamente miramos pero no vemos, oímos pero no escuchamos, formamos
parte de ese consumo con una ansiedad tremenda (insaciable, muchas veces)
del deme dos o deme tres o deme más.
Siempre debemos estar atentos,
con la conciencia alerta, como piden los yoguis, para que el bobómetro
psicológico de la TV no nos absorba, el cigarrillo rubio de la neurosis
no nos consuma, y no usemos la refrescante bebida, que pide más y más,
como la gaseosa que le damos a nuestros propios hijos.
Somos hijos de Dios, somos
criaturas divinas, y tenemos la enorme dicha de pertenecer a la Gran Energía
de la Unidad-Todo.
Pienso que debemos transitar
el camino con el libre albedrío de superarnos en cada paso que damos y
no sólo con la pretensión de cumplir. Vivimos poniéndonos obstáculos que
ciegan nuestro pensar y nuestro accionar. Debemos despertar de la acción
de correr hacia ninguna parte, debemos evolucionar, dar pasos hacia delante,
porque la evolución es la gran oportunidad de trascender uno mismo mejorando
la condición humana.
En nuestro propio devenir
y en nuestras investigaciones, hemos constatado que los grandes maestros,
desde "El Allá", nos tocan el timbre de nuestra puerta para que nos demos
cuenta.
También sabemos que ese despertar
se da de pronto; pareciera que en un instante se hace la luz, como si
el Maestro Interior pasara a ser el discípulo del Gran Maestro, emergiendo
así una luz que comprende rápidamente, que lo entiende todo. De pronto
nos damos cuenta de que es así (¡cómo no me di cuenta antes!).
Muchas veces, un Maestro externo,
un Guía de caminos, de afuera, nos enciende una llamita que siempre tenemos
dentro. Nos hace recordar que está ahí; y nosotros mismos debemos encenderla,
para que aflore la sabiduría natural que tenemos ancestralmente. Y ese
Maestro de afuera, el externo, no tiene solución; solamente nos puede
guiar para que nosotros trabajemos de tal modo que podamos fortificarnos
por dentro y enfocar la vida de otra manera, o de la verdadera manera;
para que no tengamos saldo en rojo con la vida espiritual.
Nuestro Maestro Interior,
también discípulo, nos guiará sabiamente para que avancemos y no nos detengamos
en el camino permanente de la gran realización espiritual.
Pero no es fácil; hay que
luchar duro, minuto a minuto, segundo a segundo, con las tentaciones del
consumismo, del comprar por comprar, del enriquecerse materialmente para
tapar los miedos del ayer, del hoy, y fundamentalmente, de lo que vendrá.
Por eso vivimos corriendo en la búsqueda de la tirada de cartas, de las
cartas natales, la lectura de las manos, las tiradas del I Ching, cuando
todo ello, bien utilizado y realizado, nos sirve para saber cómo podemos
funcionar debidamente en la fase espiritual.
El borrón y cuenta nueva,
el salir a la vida con enfoques distintos a las vivencias de las tribulaciones
societarias diarias, es el gran camino, con voluntad persistente, para
superar las cuentas negativas que a diario se producen.
Si solamente pensamos que
somos testimonio de lo creado, que tenemos la enorme "ganancia" de ser
pequeños dioses, que lamentablemente tenemos miedos; que podemos reconocer
los errores que cometemos; que sabemos pedir perdón y perdonar con humildad,
que tenemos la oportunidad de rectificar esos errores no sólo en esta
vida sino en sucesivas vidas; que cada dolor y sufrimiento puede ser la
gran posibilidad del cambio y transformación para formar un nuevo ser,
habremos comprendido el accionar vital de la creación, de los grandes
maestros y de los buenos discípulos.
Tres grandes virtudes que
tiene el Hombre en su mano son la fe, la voluntad constante, y la esperanza.
Sin esas tres, creo que se transita la muerte en vida y no la vida-vida.
Con estas tres premisas podemos realizar el amar, el dar, el ofrecer;
porque evidentemente necesitamos de ello; porque no hay más sentido y
querido cuando se vive realmente una vocación de servicio.
Siempre, inexorablemente,
cuando con fe, voluntad y esperanza, se tiene esa vocación de servicio,
se empieza a ver la luz y, más aún, podemos irradiarla: somos luz y damos
luz. Empezamos, entonces, a sentir y vivir de manera distinta.
Ese encadenamiento de vidas
nos puede ir mostrando todas las facetas de la vida física, emparentada
exclusivamente con lo espiritual, para que en el pasaje entrevidas podamos
analizar con los grandes jueces lo que hemos hecho y lo que podemos hacer
en la vida futura.
Por ejemplo: una actual médica
argentina, vivió en Alemania siendo judía, y por amor se cristianizó,
amando a un hombre de la aristocracia. Para él, ella siempre fue solamente
su amante; amaba pero no era correspondida.
En la siguiente vida, otra
vez en Alemania, fue cristiana protestante, con la familia formada y con
amor de marido e hijos.
En la siguiente, un inquisidor
cruel y amante de varias mujeres, llega a América y usufructa su poder
para someter al sexo femenino. En la siguiente vida, fue un general francés,
dominador de su patria, que caminaba por el palacio de Versalles, teniendo,
prácticamente todo a sus pies. Amó a una mujer con quien se casó y ella
le era infiel. Se separó, volvió a casarse pero con el recuerdo permanente
de su verdadero amor, que nunca le correspondió.
En la siguiente vida, pasa
a vivir en un pequeño pueblo chileno, Temuco, como un peón labriego, con
una humildad y soledad maravillosas. El dominador de Versalles conoció
la pobreza y la sencillez de un hombre de pueblo. Ahora en su vida actual,
es una universitaria destacada, con gran nivel de inteligencia y buceadora
de su interior, donde descubrió todo este mundo formidable de sus vidas
anteriores.
Así como este ejemplo, tenemos
varios; cada vez más vamos aumentando nuestra estadística en la limpieza
espiritual y el abanico del conocimiento vital. No debemos tener saldo
en rojo.
EN LA PROXIMA EDICION, LA PAUTA NUMERO DIECISIETE
El Quinto Hombre
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