Revista Digital de El Quinto Hombre

LOS CONTINENTES PERDIDOS Y LAS RAZAS DESAPARECIDAS

                                                                               

Por Osvaldo Borghi Carvio - Argentina


El avance logrado por el Hombre en el campo de la Arqueología le ha permitido establecer que en tiempos remotos existieron algunas masas continentales en los océanos Pacífico y Atlántico (conocidas como Lemuria, Mu y Atlántida), que habrían dado origen a civilizaciones que llegaron a alcanzar un elevado nivel cultural y tecnológico. Posteriormente, el hundimiento de esos continentes habría provocado el traslado masivo de sus habitantes hacia regiones más seguras, arribando de esta manera al continente americano.

Este proceso importante en el lejano pasado del Hombre se vería corroborado a través de una  serie de hallazgos que se sucedieron con el devenir del tiempo.

En las leyendas de la  isla de Pascua dicen que Hotu Matua llegó desde el Sudoeste en grandes balsas.

Con relación a esas tierras perdidas, Critias dice lo siguiente: "En aquellos tiempos se podía atravesar el mar. Había una isla delante de este paso que vosotros llamáis Columnas de Hércules. Aquella isla era más grande que Libia y Asia juntas y viajeros de aquellos tiempos podían pasar desde aquella isla a otras y llegar hasta el continente de la orilla opuesta de  aquel mar, que merecía verdaderamente este nombre, porque por un lado dentro de aquel estrecho parece que sólo había un puerto con una boca pequeña y en el otro el que se puede llamar, en el verdadero sentido de la palabra, un continente".

A mayor abundamiento se puede citar el trabajo que al respecto realizó Churchward, con el que arribó a las siguientes conclusiones:

"El continente Mu ocupaba la parte central del Pacífico actual, desde las costas de Chile a las islas del Japón, y limitaba a grosso modo hacia el Norte cerca de las Islas Marianas, Midway y Hawai. Hacia el Sur con una línea que iba desde el archipiélago de las  Fidji hasta la Isla de Pascua.

Al sumergirse, sólo subsistieron las cumbres más altas del continente, formando los islotes que hoy pueblan la parte de la Tierra conocida como Oceanía.

Ello confirmaría que la Isla de Pascua sería una  parte sumergida de ese continente, puesto que  las rutas o caminos de la misma se hunden en su mayoría en el mar".

Los estudios posteriores han señalado que en la zona de Centroamérica se han encontrado plataformas hacia el interior del Atlántico, a modo de enormes bloques, formando un camino.

La llegada de esas razas supercivilizadas y su posterior contacto con los habitantes primitivos de nuestro continente hizo que éstos alcanzaran un brusco y enorme adelanto en un tiempo relativamente breve.

A partir de allí se asentaron las bases para el desarrollo de las culturas Maya y Azteca.

Esta hipótesis lanzada por los científicos luego de muchos años de estudio e investigación se basa en los hallazgos que  realizaron no sólo a través de ruinas arqueológicas sino también por la traducción de antiguos jeroglíficos.

Con referencia a esos hechos, se puede citar la experiencia de Cieza de león. Cuando éste le preguntó a los nativos si los edificios que estaban contemplando (por Tiahuanaco) habían sido construidos en tiempos de los incas, se rieron de su pregunta, contestándole que "fueron erigidos mucho antes de que los incas reinasen en esa zona".

En ese entonces, agrega, se decía que antes de la presencia del Inca se veían en esas tierras hombres barbudos procedentes de la isla Titikaka, y que esos hombres habían construido los edificios de  Viñaque.

La leyenda señala que los hombres barbudos eran de cabello claro y ojos azules; los gigantes primitivos.

Existe además otro indicio que demuestra la relación entre las supercivilizaciones y los habitantes de América.

Los Mayas, en su gran calendario, marcaron su tremenda impresión por los padecimientos sufridos.

En el mismo, tomando sus días, tenemos que la significación es:

CIMI: La muerte enseguida.

MANIK: Tragado por el agua.

LAMAT: El precipicio del mar. Hundirse en el  agua.

MULUNK: Zambullirse bajo las aguas.

OC: El hecho de repartirse granos con las manos.

CHUEN: territorios que han sido abarcados internamente por un brote volcánico.

EB: La escala, la escalera para subir.

¿Puede ser esto quizás una evocación de la tragedia que sufrieron los habitantes de esos continentes sumergidos?

Aunque estas evidencias llenan de asombro al investigador, un hecho tan notable como el que  hemos analizado anteriormente es el saber que la relación que existió entre los habitantes americanos y los pertenecientes a esos continentes, produjo en los primeros un mayor acercamiento entre sí, a la par que una más perfecta homogeneidad en sus costumbres.

La enorme distancia que separaban a esos pueblos no fue inconveniente para ello.

El doctor Paúl River, al hacer un estudio comparativo entre las lenguas australianas (casi todas derivadas de un mismo tronco), y las del grupo Tshon que incluye a las de los Onas de Tierra del Fuego, halló en un corto vocabulario más de setenta voces y raíces que en su fonética y en su significado eran iguales en los dos grupos de lenguas, estableciendo sin lugar a dudas que los dos pueblos, los Onas y los Australianos, "si no tuvieron el mismo origen al menos habían vivido algún tiempo en íntimo contacto entremezclándose mutuamente".

Los sacerdotes españoles que acompañaban a Cortéz se encontraron asombrados al establecer que los indios americanos poseían ritos idénticos a los que ellos mismos profesaban y difundían. El bautismo lo efectuaban salpicando con agua, costumbre que se encontraba en uso igualmente en babilonia, Egipto, Escandinavia y Palestina.

Tanto los aztecas como los quechuas lo efectuaban salpicando con agua, haciendo la señal de la cruz y orando. Además poseían el rito de la confesión con su respectiva absolución y ayuno. Los aborígenes comulgaban recibiendo de manos del sacerdote una  especie de oblea de una pasta de harina de maíz.

Los ritos funerarios eran iguales entre aztecas, mayas y egipcios. Aquí ahora podríamos preguntarnos: ¿Qué se hizo de esos seres supercivilizados? ¿Cómo desaparecieron sin dejar rastros? ¿Por qué no se hallaron signos de su extinción o de su emigración?

La ciencia aún no tiene respuestas para esas preguntas. Diversidad de detalles nos hacen pensar que algo oculto ex profeso sería ni más ni menos que el eslabón perdido por medio del cual se explicarían numerosísimos enigmas que por el momento sólo podemos imaginar.

El cielo y el mar forman un círculo impenetrable en el misterio de los orígenes de la vida en este planeta Tierra. 

El Quinto Hombre