Revista Digital de El Quinto Hombre

EL LENGUAJE DE LAS CARICIAS

La caricia es un lenguaje que entre los seres humanos se usa muy poco, porque existe como una barrera cultural, antiquísima, que nos inhibe de realizarlo.

Tenemos ataduras psico-sociales que no podemos vencer; hasta la tradicional caricia de la madre con el bebé; muchas veces, hemos tenido que acicatearla para que manifieste su amor ante su hijo; lamentablemente, y muchas veces, ese cariño maternal es el solo querer, poseer, tomar, agarrar; y no amar, en todo el sentido de la palabra.


por Fabio Zerpa

Tenemos ataduras psico-sociales que no podemos vencer; hasta la tradicional caricia de la madre con el bebé; muchas veces, hemos tenido que acicatearla para que manifieste su amor ante su hijo;  lamentablemente, y muchas veces, ese cariño maternal es el solo querer, poseer, tomar, agarrar; y no amar, en todo el sentido de la palabra-
 Este concepto  no solo es usado por este hermoso personaje social, llamado madre, sino en muchos hechos como  la pareja,  los  distintos vínculos  parentales y sociales, y más aún, cuando es ante sexos distintos  o entre varones, peor aún, en menor medida entre mujeres.

Hay muchos seres humanos que mueren por una caricia, pero en la otra punta de los hechos, están los que no dan uno, ni que los maten; lo sienten así, están educados de esa manera.

La caricia más conocida es con el accionar de LAS MANOS, pero funcionan en todas ellas los cinco sentidos porque pueden haber visuales (las miradas que convergen y se entienden), las olfativas (el olor que se perciben en los acercamientos), gustativas (el gusto de percibir algo que nos conmueve) auditivas (el escuchar palabras o sonidos que nos acarician).

Cuando estudié  ANALISIS TRANSACCIONAL, esa excelente disciplina del médico canadiense ERIC BERNE, volví a comprender aquello que también habíamos aprendido en PSICOLOGIA GENERAL;  la presencia y carencia de ese elemento fundamental de relación humana, en los niños hasta 10 años, tenía su realización posterior en  el carácter de los jóvenes y adultos, que encerraban, por así decirlo, su sentido de vida en lo positivo o negativo de ese hecho afectuoso.

Los padres tienen la gran posibilidad, en esos años de la infancia, de PROGRAMAR afectivamente a sus hijos para luego,  en su etapa de mayores, verlos triunfar o no; muchas veces, sin comprender la relación directa con el mundo afectuoso que tuvieron en la niñez o no; no se sienten, en muchos casos, culpables ni conscientes de ello y cuando llega el fracaso, haciendo un acto de contricción, quizá lo empiezan a entender pero, en muchas ocasiones, ya es demasiado tarde.

Es importantísimo el mundo de la afectuosidad y de las caricias, porque como dice, otro genio, CLAUDE STEINER, ellas son las PELUSAS CALIENTES;  es decir en  ese momento de acariciar se le da calor, energía amorosa, a nuestro semejante, sea del sexo que sea;  se percibe al tocar a  una pelusa de terciopelo.

Pero también están LOS MASAJES TERAPÉUTICOS que si se dan con el verdadero sentido de entregar amor en la sanación, ellos son momentos afectuosos que logran un equilibrio energético; pienso que ahí está el meollo del asunto, dentro de la realización acariciante.

En nuestra cultura, siempre se piensa que la caricia está ligada a lo sexual, y por eso se han inventado esas famosas casas de masajes, en que geishas, modernas y muy occidentales, están para lograr solamente ese destino, con el consiguiente pago del óbolo correspondiente, y por  supuesto, siempre caro.

En mi largo transitar como profesor, tuve durante un lapso muy pequeño y hace muchos años, un Seminario de Estudio, de fin de semana, que lo llamaba  precisamente EL LENGUAJE DE LAS CARICIAS; creo, que lo habré hecho tres o cuatro veces, porque los alumnos, no lo aceptaban, se sentían incómodos. ¿Cómo será hoy día?. Pienso que igual o quizá con un poquito menos de miedo.

La caricia,  realmente es tan importante, que hasta la negativa tiene su efecto posterior,  como son las clásicas CALIFICACIONES PATERNALES DE LA INFANCIA; las famosas frases "Eres un inútil" "No sirves para nada" "Algo que tocas, siempre lo rompes" " Para qué habrás nacido", etc.

En todas esas imprecaciones, en esos insultos, aunque parezca mentira, se siente RECONOCIDO el niño; increíble, pero es así.

En todo ese estilo agraviante, al menos es protagonista, lo están viendo y escuchando, que de otra manera, en otros momentos,  parece que no existieran; él  es una entidad que vive en la casa, pero que no existe, hasta molesta muchas veces. Es tremendo pero son innumerables los casos que he investigado.

 En ese reconocimiento se encuentra  una realidad de acción propia, se siente siempre descalificado, des-calificado, sin calificación o de calificación negativa.

Empiezan a surgir entonces,  los diálogos internos del púber o del adolescente "EVIDENTEMENTE NO SIRVO PARA NADA, NO VOY A TRIUNFAR, SOY UN GUSANO". Y empieza a pertenecer a la larga cola de desventurados, frustrados y otras yerbas.

Esta caricia negativa, es representante de "las espinas frías", que así las denomina Steiner.

 La meta es que hay que convertir a LA CARICIA EN EL ACTO DE COMUNICACIÓN EXCELENTE ENTRE LOS SERES HUMANOS; ella tiene que ir mostrándose y perfeccionando en la intencionalidad, para ser  la verdadera razón del  entendimiento amoroso entre cualquier tipo de ser humano.

Jesús dijo, alguna vez, que "Si das, para que pides";  es una gran verdad, porque el dar es  el puntapié inicial del amor-amor, con cualquier ser humano, sea de la categoría social que sea y  sea del sexo que sea.

Cuando rompamos definitivamente la barrera cultural de tomar a la caricia en su verdadero sentido, habremos encontrado una nueva forma formidable de comunicarnos entre sí; conjugaremos definitivamente la mágica palabra de cuatro letras: AMOR, que será  la protagonista del siglo XXI, inexorablemente.

El Quinto Hombre