Revista Digital de El Quinto Hombre

I CHING: UNA PUERTA PARA EL AUTOCONOCIMIENTO Y EL CAMBIO

QUÉ ES EL I CHING

El I Ching es un oráculo, palabra que etimológicamente proviene del vocablo latino  "orare", es decir, hablar. Por eso se dice del I Ching que es "el Libro que habla". También se lo conoce como "el Libro de los Cambios" y "el Libro de las Mutaciones" debido a que I significa cambio y Ching es libro, tratado, sabiduría.


Por la Lic. Beatriz Romano

Existen dos estilos diferentes de pensamiento. La forma occidental lleva a pensar y actuar en función de la permanencia de las cosas, es decir, el no cambio. Ante un cambio en nuestra realidad buscamos inmediatamente el por qué, la causa, en lugar de aceptarlo y protagonizarlo. De modo contrario al nuestro, se edifica el pensamiento oriental, basándose en la idea de cambio. Las líneas partidas y enteras que constituyen los distintos hexagramas nos ponen de manifiesto los cambios a los que están sometidos todos los sucesos de nuestro mundo fenoménico.

Podría decirse que I Ching es un conjunto de líneas enteras y partidas graficadas en forma horizontal, en todas las variables posibles, adicionadas de frases cargadas de imágenes coloridas que revelan ideas o encierran algún presagio y que guardan relación a un ser ideal , "el hombre superior".

Los 8 trigramas básicos


 

UTILIDAD DEL I CHING

El I Ching fue un libro de gobierno, para el gobierno del Estado y para el gobierno de uno mismo. Siempre ha sido consultado por Jefes de Estado, diplomáticos, sensatos y sabios. Cuatro de los ocho trigramas del I Ching se ven en la bandera de Corea del Sur.

Cada vez que se lo consulta, no debe hacerse por mera curiosidad sino por necesidad de sabiduría. El texto del I Ching no se lee como un libro común, desde la primera a la última hoja. Sino más bien, se lo consulta mediante diversos procedimientos, entre los cuales también se encuentra el de "abrirlo al azar". Siempre la respuesta vendrá a cubrir un interrogante que nos estamos planteando en ese momento. Puede ser que hayamos hecho una pregunta en voz alta o  no. Puede que inconscientemente tengamos algo "in mente" y que el planteo formulado sea otro, o que hayamos cambiado de pregunta, luego de haber pensado en varias.
.I Ching siempre responderá la primer consulta realizada según el orden de aparición en nuestra mente. Y verdaderamente si podemos penetrar a través de ese edificio de líneas enteras y partidas que son los ocho trigramas básicos sobre los cuales está construido el I Ching, comprobaremos que es una excelente técnica para echar luz sobre nuestros aspectos oscuros, para encontrarnos con ese "hombre superior" al cual hace referencia el oráculo y que todos llevamos dentro.

Es un instrumento de orientación, que permite que indaguemos en nosotros mismos, movilizándonos y sacando lo que hay en nuestro interior.
Trabaja con nuestra subjetividad. Nos enseña a buscar el sentido o significado de la vida. Vale decir, que es una herramienta de autoconocimiento, al que además se lo puede consultar por diferentes motivos: laborales, económicos, afectivos, etc.

Toda la filosofía del I Ching se basa en la interpretación de las líneas, no sólo como respuesta a un interrogante, sino a la profundidad del consejo que de un determinado tema, cada una de esas líneas y el hexagrama completo elaboran.

 

SU ORIGEN

Su origen se remonta a unos tres mil, tal vez cuatro mil años antes de Cristo. Algunos lo consideran el libro más antiguo de la humanidad. Poco se conoce sobre el o los autores. Pero debemos ubicarnos en la prehistoria de China, cuando según los arqueólogos, se predecía el futuro quemando omóplatos de vacas y posteriormente caparazones de tortugas, a los que se les practicaban cortes y luego se los ponía al fuego, atribuyéndoles un símbolo a cada grieta que se formaba. De ese modo se procedía a la lectura de la pregunta formulada.

Parece ser que el autor de las primeras combinaciones de líneas en ocho trigramas fue Fu-Hsi. Si bien no deja aclaración al respecto, se afirma que llegó a ellos contemplando la naturaleza y buscando en sus cinco elementos encontrar la verdad.

El material escrito y el desarrollo de los ocho trigramas originales y acoplados entre sí, dando origen a los sesenta y cuatro hexagramas, fue obra del rey Si Peh, más conocido como el rey Wen, fundador de la dinastía Chou. Al parecer, hacia el año mil antes de Cristo, este personaje estaba en oposición al tirano emperador Tchou-shin, a quien luego los hijos de Wen, destronaron. Debido a eso el rey Wen es encerrado y en sus años de cautiverio  profundiza y elabora la interpretación escrita sobre los ocho trigramas de Fu-Hsi, logrando así combinar esos ocho trigramas originales entre sí, dando origen a los sesenta y cuatro hexagramas, a los cuales le da un nombre.

Posteriormente el hijo del rey Wen, llamado Tan y conocido como el duque de Chou, es el que agrega a cada línea de cada hexagrama imágenes e ideas que terminan en un presagio.

Confucio y Lao Tse, hacia el siglo IV A.C., agregaron al libro original varios comentarios y escenas metafóricas ricas en sabiduría y profundidad con el fin de enriquecerlo, pero respetando su filosofía y estructura.

               

CÓMO LLEGA A OCCIDENTE

El libro del I Ching sobrevive a la gran quema producida hacia el año 213 A.C., salvándose gracias a la providencia, sus hexagramas junto a su contenido.

En el siglo XVII, un jesuita llegado de Asia es quien entrega a su amigo el matemático y filósofo G. Leibniz la primer versión del libro del I Ching traducida al latín en el año 1715. Es así como se da a conocer sólo a un grupo de intelectuales. Si bien es considerada por muchos una milenaria técnica adivinatoria china, a partir del prólogo que el psicólogo e investigador Carl G. Jung escribió en 1950 para la primera edición inglesa de la traducción realizada por Richard Wilhelm, conocida con el título de "I Ching, el Libro de los Cambios", Europa comenzó a interesarse en este libro. A partir de entonces y a fines del siglo pasado, el I Ching fue acercándose a un público más masivo y en la actualidad ha alcanzado gran auge también en Occidente.

SU FILOSOFÍA

El Libro de los Cambios no pertenece a ninguna religión. Habla de lo consciente, es decir, aquello que está manifiesto y de lo inconsciente, digamos lo que está oculto. Parece expresar cosas ambiguas, que son contrastantes. Todo lo que se hace a nivel consciente se realiza debido a otros fundamentos que permanecen ocultos en el inconsciente. Por eso el oráculo trabaja con una línea entera y otra partida. Se ve una en contraposición de la  otra, pero también las dos en conjunción. Una tiene validez porque existe la otra.

El I Ching tiene su basamento en la doctrina del Yin y el Yang, filosofía construida sobre la ley de los opuestos.

Esas dos energías hacen que el Universo actúe como un todo organizado. Estas dos fuerzas son inherentes al cosmos y a todo lo que forma parte de él. Así es que donde está el yin está el yang y viceversa. Ambos al ser opuestos se complementan, y uno existe porque existe el otro como contrapartida.

Ésto posibilita la variedad y multiplicidad que reina en el Universo.
Por medio de estos dos principios - el yin y el yang - podemos acceder a los aspectos más internos y recónditos de nuestro universo personal. Somos un microcosmos. A través de esas mismas energías nos conectamos con la inteligencia universal o macrocosmos utilizando nuestra intuición. La línea entera o Yang y la línea partida o Yin constituyen los signos básicos del I Ching. Ellas expresan experiencias contrastantes que pueden ser positivas, favorables o todo lo contrario. Simbolizan la secuencia de tiempo que dura una experiencia personal.

El Yin asociado a la Luna y a características vinculadas con lo femenino: la tierra, la sombra, lo pasivo, lo emotivo, lo receptivo, es representado con una línea partida. Por el contrario, la línea entera viene a representar el Yang, o sea, lo relativo al Sol y por ende, a las cualidades masculinas: el cielo, la luz, lo activo, el intelecto, lo proyectivo.

 

EVOLUCIÓN DE LAS LÍNEAS

El primer grado de evolución hacia los hexagramas corresponden a la combinación sistemática de los trazos partidos y enteros en diagramas, es decir, dos líneas. Estas líneas combinadas dan un total de cuatro signos. Los diagramas siguen su evolución agregando un trazo más, que los transforman en trigramas: una estructura de tres líneas acopladas en forma horizontal, ubicadas una sobre otra.        
Al someter los cuatro diagramas a todas las combinaciones posibles se obtienen como resultado los ocho trigramas básicos que dan origen al I Ching.  El trigrama al estar compuesto por tres líneas grafica una experiencia de la vida en tres momentos diferentes.

Cada trigrama responde a contenidos de la naturaleza, conservando sus mismas cualidades y siendo identificados con un nombre:                                 

Ch'ien   (Cielo)  

Chen  (Trueno)
K'an  (Abismo)
Ken  (Montaña)
Sun  (Viento)
Li  (Fuego)
Tui  (Lago)

         K'un  (Tierra)

En la representación gráfica de cada trigrama se puede vislumbrar la figura de aquello que enuncia.

Al mismo tiempo que cada trigrama desgrana características de cada uno de los cinco elementos básicos de la tradición oriental al cual corresponde: tierra, agua, fuego, metal y madera, también tienen la representatividad de un color, un planeta, una nota musical, un animal, un punto cardinal, una estación del año, una franja horaria, un miembro de la familia y una zona del cuerpo físico con el que se identifican.

El pensamiento que gobierna el I Ching es la transformación incesante de lo que pasa en el Universo, los fenómenos mutan constantemente de una forma a otra y los ocho trigramas muestran imágenes transformándose continuamente.

Esos trigramas se combinan recíprocamente en todas las variantes posibles, que son ocho también, y dan origen a los sesenta y cuatro hexagramas que conforman este oráculo. Vale decir, que son treinta y dos distintas variantes de oposición que corresponden a otras tantas actitudes internas del ser humano frente a la vida.

Entonces, un hexagrama es la representación de un trigrama sobre otro, vale decir, una estructura de seis líneas que presenta, por lo tanto, seis pautas distintas dentro de una misma experiencia de la vida.

Cada hexagrama es un momento dentro de uno mayor, conformado por toda la serie de sesenta y cuatro hexagramas. Todos están concatenados unos a otros mostrando los diferentes estadíos por los que un ser humano pasa por la vida; como a una experiencia anterior le continúa la correspondiente posterior.

MÉTODOS PARA CONSTRUIR UN HEXAGRAMA

Existen en la actualidad distintos métodos para construir un hexagrama. Sin duda el más antiguo del que se tiene referencia y que ya no se utiliza, consistía en quemar el omóplato de un bovino o el caparazón de una tortuga donde, de acuerdo al Yin y al Yang, según las resquebrajaduras que quedaban marcadas, se interpretaba el símbolo o Hexagrama.

También se comenzó a utilizar en la antigüedad el método de varillas, las cuales en cantidad de cincuenta eran arrojadas de determinada manera para arribar al hexagrama. Se utilizaban para este procedimiento tallos de milenrama, aquilea y artemisa, común en China y Europa. Este sistema se usa en la actualidad, pero es más práctico y rápido el de lanzar tres monedas o piezas iguales, al mismo tiempo y a partir de la suma de sus caras en cada tirada, se forma el signo de seis líneas o hexagrama. Son utilizadas también monedas chinas de bronce con un orificio cuadrado en su centro.

Asimismo se empezó a usar cartas, sea para la construcción del hexagrama, como para realizar diversas tiradas, en especial para aquellos intérpretes del I Ching que establecen una buena comunión con el Tarot. 

 

FUNCIONAMIENTO

El modo más práctico y difundido  es el de dar a tres monedas o piezas iguales en tamaño, peso y antigüedad un valor para cada cara. Para el lado grabado o donde figura el valor de la moneda se le atribuye el Nº 2. Para la ceca o lado liso de la moneda o medalla se le da el Nº 3. En el caso de ser las auténticas monedas chinas, del lado donde están los ideogramas es el que corresponde al principio yin con un valor de 2, y del otro lado simbolizando al principio yang se le da un valor de 3.

El consultante piensa y formula la pregunta o enigma a resolver en voz alta, mentalmente o puede escribirla. Es conveniente que cada vez que tire las monedas piense en el mismo interrogante. Deberá colocar en ambas manos las tres monedas, arrojándolas juntas sobre un paño. Luego se suman los valores de las caras de las tres monedas, sea yin o yang , es decir, 2 ó 3, dando como resultado un número, que de ser par corresponderá al principio yin y la línea se graficará partida. Si por el contrario la suma final resultara un número impar, corresponderá al principio yang y la línea deberá dibujarse entera.

La primer línea obtenida será la que se colocará debajo de todas, en el sector inferior, dibujándose las siguientes una encima de las otras.

Cada tirada de las tres monedas corresponderá a una línea, y al finalizar seis tiros quedará construido el hexagrama.

De ser monedas de curso corriente, es conveniente dejarlas apartadas para ser utilizadas sólo con este fin.

 

INTERPRETACIÓN

Luego de tener graficadas la seis líneas resultantes es necesario ver cuáles son los dos trigramas que componen dicho hexagrama para poder tener un acercamiento a los contenidos que los componen. Luego se buscará dentro de los sesenta y cuatro hexagramas cuál fue el resultante y se procederá a su lectura minuciosa. También es importante detenerse en aquellas líneas cuyos resultados en las sumas hayan dado 6 ó 9, ya que se está en presencia de líneas saturadas que manifiestan experiencias a punto de concluir. Son líneas especialmente ligadas a la pregunta realizada y deberán leerse con sumo detenimiento, pues están expresando un cambio.

La lectura de los ocho trigramas y los sesenta y cuatro hexagramas se puede realizar en cualquiera de los textos de I Ching o en los que más abajo se detallan como parte de la bibliografía.

 

OBSERVACIONES

El interrogante formulado debe hacerse con interés, no como ensayo, prueba o simple curiosidad. Se debe actuar honesta y francamente. Deberá considerarse en el I Ching cualquier tipo de pregunta, siempre que ésta sea hecha con claridad y una vez agotado el tema, será inútil volver a insistir buscando un resultado acorde con las expectativas del consultante. Ante una duda, se debe considerar como equivocado el concepto de quien consulta y efectuar los ajustes necesarios y no elaborar cambios en el enfoque de la misma pregunta tratando de llegar a la respuesta buscada.

Se debe guardar cierta actitud de respeto frente a este oráculo. Los axiomas del I Ching son compendio de sabiduría, y aún en los casos en que discrepen con los preconceptos del consultante, será prudente aceptarlos y adecuarse a ellos.

Es favorable anotar todo lo que aflora a la mente desde el momento en que se inicia la consulta hasta que finaliza. A veces las mejores respuestas se obtienen en los días sucesivos, siempre que se esté con la mente atenta a todos los mensajes que el inconsciente va liberando. La consulta se realiza una vez, pero en nuestro interior se siguen elaborando respuestas durante un tiempo, a partir de la dada por el oráculo.

BIBLIOGRAFÍA
Wilhelm, Richard: I Ching, El Libro de las Mutaciones, Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1982.
Legge, James: The I Ching, New York, Doven Publications Inc., 1963.
Blofeld, John: The book of chance, London, George Allen & Unwin Ltd., 1970.
Cordiglia, Judica: I Ching, el libro del oráculo Chino, Barcelona, Ed. Martínez Roca, 1986.
Loisi, Osvaldo: I Ching como método de autoindagación y orientación personal, Buenos Aires, Ed. Uritorco / 
                          Ed. CS, 1990.
Rocco, Gustavo Andrés: Método Card para la consulta del I Ching, Buenos Aires, Beas Ediciones, 1993.
Rocco, Gustavo Andrés: Cómo interpretar el I-Ching, Buenos Aires, Beas Ediciones, 1994.

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