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        Revista Digital de El Quinto Hombre
 
           
      LOS PERFECCIONISTAS, ESCLAVOS DE SI MISMOS
         
      
                                                                          
      Por PEDRO ETCHEVERRY (Argentina)   
         
      
      Los perfeccionistas son autoexigentes; 
        todo tiene que ser perfecto, Nada debe quedar librado al azar y así son 
        los hijos modelo, hermanos y amigos incondicionales, alumnos destacadísimos, 
        padres ejemplares, ejecutivos perfectos, etc.
         
      Los mismos que les cuesta 
        muchísimo disfrutar de la vida porque fundamentalmente siempre están en 
        el futuro, poco en el presente y expectante de los resultados de su accionar. 
        Ellos todo lo controlan, difícilmente llegan tarde al trabajo, no se permiten 
        cometer errores y jamás se lo perdonan, no saben delegar.
         
      Tienen un miedo tremendo a 
        los errores y su síndrome es la autoexigencia paralizadora ya que se tiene tanto temor a no desempeñarse 
        con la perfección deseada que, muchas veces, no hace absolutamente nada, 
        transmitiendo su angustia a otros, con una exigencia desmesurada en el 
        accionar; la ecuación es directa, cuanto más se mortifican a sí mismos 
        más actividad ejemplar solicitan a los demás. 
         
      El autoexigente es muy negativo 
        en sus apreciaciones; un ejemplo claro es aquel que después de realizar 
        una tarea, le pregunta al más cercano, el famoso como estuve; le responden que OK pero 
        él dice pero... me parece, que a fulano o zutano, no le pareció bien.
         
      Sucede mucho con los 
        ídolos, que por un lado, sienten que deben corresponder con lo mejor 
        de sí mismos al aplauso de multitudes pero por el otro, esas multitudes 
        les hacen saber que no están dispuestas a perdonarles un error, haciendo 
        que el ídolo siempre busque estar en la cresta de la ola, para no fallar.
         
      En la mayoría de los casos, 
        el origen de esta neurosis está en presiones externas e internas a las 
        que el individuo ha sido sometido por sus padres (los exigentes y autoritarios), 
        sus amigos, el medio donde trabaja o donde actúa socialmente
         
      Se trata de personas que han 
        sido muy exigidas en su infancia por los adultos que han influido en él;  
        son las mismas que se prepararon a ser 
        perfectos. Esos otros semejantes, que él mismo admira, muchas veces, 
        viven comparando a él con otros o dicen el permanente 
        tienes que ser el mejor, grabando permanentemente en su mente, los 
        mandatos, para que cumplan las funciones en forma estereotipada y a rajatablas.
         
      Otra característica de estos 
        seres es echar la culpa de todo 
        a los demás, poniéndose en perseguidor constante o en salvador o en 
        víctima; roles que cambia según las circunstancias. Quiere que las cosas 
        se hagan como él dice, como él lo desea y cuando no se realizan de esa 
        manera, las hace directamente él, diciendo el clásico SI NO FUERA POR MÍ;  y no sabe que así se sobrecarga de trabajo, 
        se cansa hasta el hartazgo, etc.etc.
         
      La búsqueda de la perfección 
        es uno de los más bellos propósitos humanos pero su exageración produce 
        esta enfermedad (realmente lo es) porque viven con un exceso de confianza 
        y de superyo, junto al desprecio por el actuar de los demás, que realmente 
        les afecta y muchas veces no saben que es así. Es un verdadero esclavo 
        del yoísmo y de la autoexigencia que no le permiten alcanzar la verdadera 
        felicidad; parece que ella está solamente en el esfuerzo por alcanzar 
        metas inalcanzables y que casi siempre es totalmente estéril, lo que hace 
        que los vínculos parentales y sociales suelan ser siempre enormemente 
        conflictivos. Un ejemplo clásico es solicitarle a su pareja, a su amor, 
        misiones imposibles, que producen frustraciones y desmembramiento de esa 
        unión.
         
      Para que conozcamos bien a 
        estos personajes sociales, que están apareciendo cada vez más ante las 
        exigencias de la vida moderna, tanto en varones como mujeres (éstas últimas 
        con esfuerzo mayor por su doble tarea hogareña y de empleo), les daré 
        algunas características para saber como son estos  GUERREROS DE LA AUTOEXIGENCIA.
         
      Lo primero a destacar es que viven descontentos consigo 
        mismos y con todos los demás, salvo raras excepciones. No disfruta de 
        sus cosas, de sus bienes, de su familia, de su entorno; vive siempre pensando 
        en los logros ajenos. No admite ninguna crítica, él es perfecto y prefiere 
        no hacer nada, antes que equivocarse. Tiene pavor al error. No puede lograr 
        contactos sociales profundos ni verdaderos y por eso, tienen tendencia 
        al aislamiento., careciendo de espontaneidad, todo "lo calcula". Es un 
        idealista exacerbado que siempre prejuzga y es prepotente por su innata 
        inseguridad; aparenta una  fuerza interior que realmente no la tiene.       
      Estas características se destacan 
        más en el sector femenino por las exigencias actuales; ellas son juzgadas 
        por sus múltiples desempeños, el ser ama de casa, modelos de juventud, 
        belleza y modernidad, así como excelentes amantes, muy sensuales y sexuales 
        que también tienen que ser perfectas cocineras y lavanderas, convirtiéndolas  
        en unas fanáticas por  la limpieza.
         
      Así como hemos dado las características 
        y "requisitos" para ver  a un perfeccionista y autoexigente, ahora podemos 
        dar algunos consejos para que cambien y así estén mejor ellos mismos y 
        por supuesto, su entorno, que siempre es muy sufriente, con una amarga 
        tolerancia que muchas veces no logran controlar, ante el siempre presente 
        No doy más.
         
      Los esclavos de sí mismo, 
        deben darse permisos periódicos para hacer viajes repentinos, salidas 
        sin pactos previos, para almorzar o cenar comidas diferentes a las habituales. 
        Regalarse un día para no hacer nada, absolutamente nada. Dejar salir al 
        niño que todos tenemos dentro y olvidarse del otro al que le inculcaron 
        ser el mejor. Madurar porque ya somos adultos y aquel niño quedó en el 
        tiempo. Equivocarse, sí, cometer errores, para que los otros sepan que 
        es un real ser humano y permitirse confesar el error ante ellos. Atenerse 
        a la realidad y no vivir pensando en el futuro. Y quizá la mejor recomendación 
        sea aceptarse que se es un autoexigente, para 
        empezar a aflojarse y permitirse de pedir ayuda, porque debe haber alguien 
        al lado que sea su confesor y su orientador, así como hay muchos seminarios 
        y cursos, al que se puede concurrir para una mejor capacitación en la 
        nueva vida que puede emprenderse.
         
      Este mal, de esta contemporaneidad, 
         puede cambiarse porque siempre el ser humano tiene miles de recursos 
        psicológicos, sociales y espirituales que pueden colocarlo en la verdadera 
        senda del buen accionar vital. El superconsejo es TENER 
        VOLUNTAD DE CAMBIAR.
         
        
       
El Quinto Hombre
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