Revista Digital de El Quinto Hombre

LA MASONERÍA - NOTA I

                                                       

Una investigación de C.A.E.F.A.

Para entender esta organización transcultural como un “misterio” debemos ubicar la francmasonería en un nuevo marco del pensamiento renacentista haciendo una lectura psicológica de la estructura simbólica de la masonería. Puesto que la masonería tiene unas características propias de cada país que refleja el temperamento nacional, elaborar un tratado completo sobre la materia seria una empresa enormemente compleja. Para facilitar la tarea será necesario centrar nuestra atención en una forma concreta de la simbología masónica: utilizaremos la empleada por  la Gran Logia Unida de Inglaterra. Es una forma fácilmente comprensible, muy extendida por todo el mundo; y es también bastante característica del ritual tal y como se manifestó en otros lugares, concretamente en el Oficio de América. Ya que todas las grandes logias preservan de tal modo universal los principios universales de la masonería, los lectores familiarizados con la simbología masónica que se utiliza en el continente europeo y en otras partes del mundo no tendrán ningún problema a la hora de relacionar nuestros descubrimientos con su propia experiencia. Nuestra “psicología masónica” será una psicología de desarrollo porque el crecimiento estaba implícito en el paradigma organizativo del Renacimiento, y estará orientado hacia la deidad. A este respecto, aunque utilizaremos mucha terminología moderna, nuestras ideas contrastaran con la psicología de hoy, que esta basada, con algunas notables excepciones, en los supuestos materialistas de la ciencia del siglo XX.

Comenzaremos definiendo la estructura dentro de la que opera la francmasonería, un marco muy diferente del materialismo que caracteriza a nuestra sociedad industrial. La francmasonería presupone el sistema metafísico que vimos encarnado en el plano de la catedral gótica. Describe la metafísica considerando la “regular progresión de la ciencia desde el punto a la línea, de la línea a la superficie, de la superficie al sólido”. Esta idea, tomada del ritual del Segundo Grado, es en realidad el mecanismo neoplatónico que usa un lenguaje matemático para describir el proceso por el cual la deidad dota de existencia al universo. Desde esta perspectiva geométrica, el proceso se inicia con un punto como elemento fundamental: el punto se mueve, y al hacerlo genera una línea; la línea se mueve en una dirección no paralela a sí misma y genera un plano (superficie); el plano, moviéndose de igual manera, genera un sólido.

Las características geométricas de esta sucesión de figuras son tales que cada acción confiere existencia a un objeto que pasee características propias, pero que también contiene –e incluye sus características- el objeto que lo generó. Así, por ejemplo, el sólido, que está definido por las reglas de la geometría tridimensional, contiene el plano del que procede, y las leyes de la geometría sólida son las de la geometría del plano con alguna complejidad añadida. Los neoplatónicos utilizaban este idioma geométrico para describir el proceso mediante el cual la divinidad (el punto, la esencia y fundamental fuente de todo) se proyectaba en la existencia a través de los niveles progresivamente más complejos del espíritu (la línea), la psique (superficie) y finalmente la materia (sólido). Cada uno de estos “mundos” contiene en sí mismo el nivel siguiente del que procede: esta misma historia la encontramos en la interpretación mística del Génesis cuando dios “crea” el mundo del espíritu (capítulo I); “forma” el mundo de la psique (capítulo II) y, finalmente, expele (proyecta) a Adán y Eva al mundo físico mediante el proceso de la encarnación. Como podemos ver se trata del mismo esquema que está implícito en el plano de la catedral y también la misma jerarquía que observamos en toda la ”dimensión de la conciencia” que imaginaron los sabios del Renacimiento. Son sin duda las bases de casi toda la filosofía occidental anterior al siglo XIX. En el contexto de este esquema, las ciencias físicas, que surgieron durante la última parte del Renacimiento, se ocupa de lo sólido, del mundo físico, y aún hoy casi todos sus practicantes ignoran o niegan la existencia de todos los demás niveles de progresión.


Esta imagen evoca los sentimientos del candidato cuando vislumbra por primera vez el interior de una logia masónica. Los diferentes símbolos de la francmasonería se han reunido no para aportar material para el análisis sino para proporcionar una perspectiva para una tranquila reflexión y meditación sobre los principios filosóficos del sistema masónico (pintura de Gideon Hausmann, 1971).

 La francmasonería se ocupa de la superficie, esto es, de la psique; pero, a diferencia de la ciencia contemporánea, no ignora las otras partes del sistema metafísico. Por el contrario la francmasonería se basa en la premisa de que el individuo que explora su psique puede y debe comprometerse y dejarse guiar por su dios y desarrollar su papel activo en el mundo físico. Esta es la razón por la que la creencia en un ser supremo sea un prerrequisito para ser miembro de la Orden y de que se inste a sus miembros a profesar diligentemente sus respectivas religiones. Más allá de esta exigencia fundamental, la naturaleza del dios del masón, sus libros sagrados y su forma de culto no son asunto del Oficio.

La francmasonería concibe que el ser humano posee un cuerpo, un psique/alma, un espíritu y un contacto con su divina fuente. Supone que la psique humana también contiene cuatro niveles que reflejan esa estructura mayor de cuatro niveles. En términos específicos representan la psique mediante el Templo de Salomón, que describe como un templo de tres pisos dentro del cual se puede tener conciencia de la presencia de la divinidad. Dibujaremos una línea paralela entre estos tres pisos –el patio, la cámara central y el sanctasantórum- u los tres niveles del modelo psicológico de la conciencia de Jung, la conciencia individual, el inconsciente personal y el inconsciente colectivo. No debería sorprendernos encontrar estos y otros paralelismos entre estos dos sistemas. Después de todo, son estudios sobre la misma cosa que se han realizado en dos períodos diferentes de nuestra cultura, separados trescientos años uno del otro.

El candidato a masón es introducido en este templo de tres plantas por medio de la participación de las ceremonias de los Tres Grados, gracias a las cuales avanza en su grado titular desde su inicio como Aprendiz, pasa por el grado intermedio de Compañero, hasta el grado final de Maestro Masón. Este proceso suele realizarse en un periodo de pocos meses. Si desea practicar la masonería como un Misterio, como un medio de desarrollo psicológico, el nuevo Maestro Masón pasará muchos años considerando las implicaciones de la simbología del Oficio y observando el modo en que sus principios rigen su vida. Si persevera, recapitulará –en los acontecimientos de su experiencia cotidiana- el progreso del ritual que realizó a través de los grados simbólicos, y con estos medios conseguirá con el tiempo esa clase de madurez psicológica que implica su título de Maestro Masón. Es una larga y ardua tarea, es la labor de toda una vida.

Cuando el candidato ha sido admitido en la francmasonería, la ceremonia de iniciación se lleva a cabo en una logia del aprendiz que se celebra, en sentido metafórico, en el patio del Templo de Salomón. El patio representa esa parte de la psique que esta en íntimo contacto con el mundo material. Es, utilizando los términos del Jung, la conciencia individual. Aunque el Primer Grado y su obra se encuentran completamente relacionados con el patio, el candidato le informa que existen dos pisos superiores en el templo que podrá explorar a medida que avance en su Oficio. Esos pisos superiores reservados a los hermanos de rango masónico más alto, representan el inconsciente del candidato, y este símbolo nos da una explicación del tal mal comprendido tema del secreto masónico. El Oficio presenta el inconsciente como un cuerpo de material considerado “secreto”. A medida que el candidato avanza en el rango masónico –símbolo de que es un desarrollo psicológico progresivo- esos “secreto” son revelados en los sucesivos grados que representan la penetración en el inconsciente característica de la madurez individual.

CONTINUA NOTA II

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