Revista Digital de El Quinto Hombre

CONCEPCION ECOBIOLOGICA DE LA CREATIVIDAD

             

     Luis Vesco - Argentina




Lo que llamamos realidad es, cada vez en mayor medida, un producto de la creatividad surgida de la mente del humano.

Por lo que hablar de cambios necesita de la previa identificación de los factores que condicionan y orientan el presente de la humanidad, como de la capacidad de quienes tienen lucidez y poder para un mejor diseño del mismo y así introducirlo en programas futuros.

El siglo que viene no va a ser de los grandes descubridores navegantes de distancias, sino el de los constructores, donde el ingenio y la creatividad se unirán desde una nueva educación para que así el humano redescubra su verdadero camino.

Hoy se nos convoca para la conquista de un espacio que no nos pertenece. En cambio poco hacemos por el que nos fue dado como parte de nuestra naturaleza, desatendido antes, "explotado" después y defendido hoy por la Ecología con una propuesta de diseño global donde se excluyen las falsas fronteras, el egoísmo, y la ignorancia que ahoga y deteriora la vida de los pueblos, en particular la del futuro llamado juventud.

El temor a la incorporación de la computadora como a Internet hará que la aparente pasividad física a la que nos obliga, surja no solo la información como dato útil, sino también el contenido y contacto humano con nuestros iguales valores éticos, los que hoy existen alejados e incomunicados de nosotros.

Actuaremos así en calidad de "componentes libres" de una sociedad sin fronteras superando un tiempo y espacio, los que como grandes barreras han permitido a unos pocos mantener desinformada e ignorante a una mayoría y por lo tanto sometida.

Se invertirá la "pirámide de poder".

Se trata el próximo de un nuevo siglo donde los nuevos y verdaderos espacios que conquistemos (mental y físico) para bien de cada uno nos acercarán naturalmente a nuevas concepciones de la vida y a una convivencia y evolución en paz.

Sabemos que el temor no es parte constituyente de la vida, ya que uno anula al otro.

Que el egoísmo es la peor enfermedad de la que emergen constantes conductas que sumergen y anulan a quienes reclaman su derecho a existir y crecer desde lo interno.

Todos y cada uno debemos complacernos por concluir el breve e impredecible camino transitado por nuestras vidas, despiertos y no enceguecidos por el ruido y las luces de artificio.

Si son jóvenes quienes me leen, deberán aproximarse al nuevo siglo conscientes, lúcidos y confiados en la naturaleza humana. Rica en sus posibilidades y capaces de trascender la materia cuya disputa ha costado en el largo periodo que termina, dolor, hambre, enfermedad y el peor de los precios a pagar, el pensar por muchos que el nacimiento fue un desgraciado accidente.

Será movimiento y no la pasividad quien se impondrá en el nuevo tiempo.

Y será el espacio interior en el que habremos de hurgar, profundizar y perfeccionar.

Daremos definitivamente la espalda a la demagogia, al engaño y los falsos mensajes, todo a la luz de una educación que nos despierte y mantenga lúcidos, ya que maestro será aquel que nos acompañe toda la vida, desde una escuela con única aula, sin paredes. El que nos hablará con un lenguaje enriquecido por una experiencia consciente y alentado desde su creatividad solidaria.

Habremos así iniciado el verdadero camino, activos y sintiéndonos parte y no parte.

Y rodeados desde muy cerca, por el fácil acceso a los nuevos vasos comunicantes, Internet, Sincrovisión, Ect., por los que la ciencia, el arte, la filosofía, se incorporarán a nuestras vidas como extensión permanente del medio en que nos toque actuar.

Somos naturaleza y como tales debemos crecer, armónicos y en "relación sincrónica" con el conjunto, o sea al mismo tiempo.

Hoy la globalización se impone, mas nos debemos, por ley natural, al medio en que nacimos ya que la casualidad no existe.

Un buen ejemplo es el de la creación por el arte. Quienes han trascendido, han sido inspirados e identificados con sus circunstancias, los que han trazado un círculo y cavado hondo.

Muchos son los que proponen cambios de perspectiva, mas son insuficientes si no se establecen cambios en la disposición de los componentes de cada escenario.

Sabemos como nunca antes que no existe terreno más resbaladizo que el del futuro. Abandonarlo implica operar sobre nuevos patrones de pensamientos.

De lo contrario ocurrirá como la vez en que alguien gritó: " ¡Sálvese quien pueda!" y todos corrieron, aunque sin saber hacia donde.

El actual culto a la información que presiona y aprisiona generando "Infodependencia" nos aleja de nosotros mismos.

Y es que necesitamos de nuevos guías.

En la era tecnotrónica que transitamos es necesario volver a las esencias, a nuestras capacidades naturales, al "conocerte a ti mismo".

Sin olvidar que la vida surge de una permanente decisión, siempre actual, siempre renovada, lo que querramos o no.

El pasado es solo recuerdo.

El futuro solo es una posibilidad en millones.

Del modo como decidamos hoy y aquí será el mañana, desde un presente en que existimos e interactuamos, siendo nosotros probablemente, como energía de vida inteligente eternos en la eternidad.

Y es que tal vez, lo que llamamos vida no sea más que la concepción desde la mente de cada uno, de aquello que somos capaces de crear, de hacer visible. O sea que todo es según lo concebimos.

Y su importancia reside en que el hombre, la criatura humana, es el generador y responsable de los cambios que luego debe soportar.

Y la Ecobiología surge como nueva propuesta, basada de un nuevo modo de concepción consciente del existir.

Desde siempre los nuevos paradigmas movilizan al ser desde lo más profundo, activan la energía creadora la que opera en relación simpática, en armonía con la mayor y abarcante que "mueve" cuanto existe en el plano cósmico.

Toht, el Hermes griego, escribió en la tabla de esmeralda: "como es arriba es abajo". Y desde esta concepción, el ser humano surge como vehículo de un proceso abarcante y universal de recreación permanente.

De transformación y periódicamente de transmutación del conjunto por el que se alcanza nuevos estados de conciencia.

Y es en el medio en que existimos y donde observamos resultados de diferentes signos.

De este modo todo se renueva, cambiante no solo en su apariencia, sino también en su esencia.

Tres elementos participan en la concepción ecobiológica del nuevo estado consciente: la voluntad individual, el conocimiento adquirido y el ejercicio del libre albedrío.

Cuando los tres operan en consonancia armónica se produce un acomodamiento progresivo a un estado esencial transmisor de la energía inteligente que nutre todo lo creado.

Fuimos enseñados desde nuestro nacimiento que algo debíamos alcanzar por sucesivos esfuerzos y muchas veces a expensas del dolor y sufrimiento ajeno.

Cuando es en realidad desde una relación ecobilógica entre los medios interactuantes que existimos.

Uno, nuestro ser interno, sutil, espiritual, es el que por un fluir consciente despierto a un cambio, toma contacto desde el cuerpo físico y con los cinco sentidos con los estímulos percibidos, los que suceden como páginas de un libro y de los que podemos aprender y experimentar.

Como resultado de ello surgen respuestas diferentes según nuestro grado evolutivo, teñidas algunas por una luz interior reveladora de posibles nuevos senderos de vida.

Ambas fuentes hacen que según su peso prime una u otra a la manera de una balanza, sustentada esta por el cuerpo físico, vehículo material por el que de múltiples modos nos expresamos.

Y desde un equilibrio relativo ya que el conjunto es inestable, podemos preguntarnos cuanto de original contienen lo mensajes surgidos de esa relación.

De uno elevado y trascendente podemos pasar a otro que obra solo como simple agente transmisor, y siendo atractivo solo por el vestido antes que por un aporte original.

El "caduceo", símbolo que desde siempre y adoptado por diferentes disciplinas filosóficas y científicas ha representado la eterna lucha entre los opuestos, caracteriza alternancia que surge propia de la conducta humana.

Por la lucha entre dos serpiente enroscadas a una vertical las que en su puja ascienden hasta alcanzar y fundirse en un sol alado, símbolo de la sabiduría y la liberación.

La ecobiología interpreta al mismo como expresión de la vida de cada uno. Como la constante que nos mueve en busca de respuestas que nazcan de nuestra propia naturaleza.   

Desde el ser creativo que cada uno es ya que somos extensión de la naturaleza toda, la que a la luz de los avances de la tecnología ya sea dentro de aceleradores de partículas como en placas fotográficas posibles gracias al Hubble, nos hace sentir como parte de un universo que se presenta al conocimiento humano como el más grande espectáculo que ningún artista haya podido concebir. Inestable, impredecible, original desde su misma esencia.

Tal vez inteligente si desde cada uno le imprimimos no un propósito mas sí una intención.

Es probablemente la creatividad como facultad individual la que por un ejercicio constante nos incorpora en su fluir a ese gran río que es la vida misma. De lo contrario permanecemos en una de sus márgenes como espectadores pasivos e inconscientes de la oportunidad perdida.

El crecer desde lo interno, desde cada uno favorece nuestra propia evolución y felicidad, eliminando conflictos. Y una mayor calidad respectiva nos conecta, naturalmente y por simpatía, a todo lo edificante y conducente al bien común.

Es así como el alcanzar un nuevo estado por el ejercicio consciente de nuestras facultades potenciales, nos conduce a no equivocar caminos, a "ver" más allá.

En el año 1600 se quemó en la hoguera a Giordano Bruno por difundir el helicocentrismo de Copernico, quien afirmó que era el sol y no la tierra el centro de nuestro sistema.

Treinta años más tarde Galileo Galilei fue obligado a arrodillarse ante la Inquisición y abjurar de su creencia en la teoría de Copernico. Y no obstante ello no pudo abandonar su villa por el resto de sus días.

En el 1900 Max Planck propuso su teoría cuántica por que se expresa que todas las formas de energía se liberan en unidades o grupos llamados "cuantas", marcando el inicio de una verdadera revolución en la física moderna. Derivando de ella la relación entre la energía de una onda luminosa y su frecuencia.

Luego Einstein presenta en 1915 a la Academia Prusiana su ley de la relatividad general.

Y a continuación escribe a su íntimo amigo, el físico holandés Paul Ehreufst: "Pasé varios días en estado de éxtasis." y en otro párrafo: "¡Cuantos años de búsqueda a tientas de una verdad que uno sentía pero no podía expresar!", y finalizando: ".hasta que se abre camino al fin hacia la comprensión".

La mayoría de las grandes ideas y propuestas surgen de individuos poseedores de una gran intuición.

Einstein decía que hacía experimentos mentales, o sea que abordaba el pensamiento abstracto. Podemos afirmar que no existen distancias sino estados. Nada debemos cambiar sino alcanzar.

La lluvia que hace crecer, antes es vapor sutil que se eleva y potencia. Se energiza para luego descender ya que se alimenta de la energía de nuestra estrella, el sol.

De igual modo, a la manera de un proceso alquímico, a fuego moderado y constante debemos destilar, elevando lo sutil y precipitando lo denso y pesado.

Profundizar es elevarse, es ir al encuentro de lo esencial y eso en el humano se da solo a partir de cada uno.

En general el recurso tecnológico tiende a eclipsar el aporte humano y así se termina siendo cáscara y no esencia.

Cada uno debe pasar de ser un espectador condicionado, a ser actor en el gran escenario de la vida.

Tanto la educación  como las nuevas tecnologías surgidas como instrumento al servicio de la comunicación, deben ayudar a creer y evolucionar. A no vivir en la ignorancia ya que incorporada a la razón humana genera órdenes falsos, los que luego someten al individuo condicionándolo y anulando su libre albedrío.

¿Qué sería del científico, artista, escritor sin el ejercicio permanente de su libre albedrío, de su intuición creadora?

La ecobiología al promover el autoconcimieto lo hace consciente de que podemos anularnos no sólo por presión externa, sino por decadencia interna.

El individuo como la sociedad se renuevan por la creatividad, nacida a veces de un aparente caos del que finalmente surge un orden, transitorio, ya que el cambio y la transformación son las constantes de cuanto acontece en el universo. 

Y es del ejercicio constante del libre albedrío de un fluir desde lo interno que surge la intuición o percepción creadora como alimento para una transformación, de nuestras propias vidas.

Podemos prever, sin equivocarnos, que ciencia y arte se constituirán en la gran aventura del nuevo siglo.

Y sin sentir vergüenza o refugiarnos en la hipocresía que alimenta a muchas conductas, concentrar todo el talento, toda la capacidad creativa de los mejor dotados y evolucionados y ponerla al servicio de una verdadera solidaridad sustentada por el no egoísmo.

Pensamos según nos creemos y esa creencia casi siempre nos es transferida desde la vida en familia, la educación, los múltiples mensajes que hoy saturan los medios de comunicación y una manipulación que es, a veces, parte del trasfondo de ese complejo escenario.

Cabe preguntarnos en que medida se alienta la búsqueda de una identidad producto de lo que somos en esencia como resultado de la facultad natural del humano a la a la que llamamos inteligencia y a partir de la cual podemos concebir, trascender lo aparente y visual, anticipar existencias y comportamientos.

Recordando que no existe la inteligencia como tal sino modos en que la hacemos visible.

Y es su uso consciente el que nos permite sentirnos desde nuestra especie como seres superiores en el planeta.

Hoy la ciencia neurobiológica como la filosofía en parte coinciden en que tanto la inteligencia como la conciencia en el humano no surgen sólo de componentes bioquímicos.

La actividad mental como la inteligencia tiene su base de operaciones en el cerebro, mas ¿cómo surge y desde donde?

Concibe la ecobiología que la inteligencia es anterior al humano. En ella reside el antes y el después.

Y es por nuestra propia evolución, por la progresiva expansión de nuestras conciencias que nos incorporamos a campos de diferentes frecuencias vibratorias componentes en su conjunto del orden  y armonía cósmica.

Orden que no significa quietud, estatismo, sino  cambio y renovación, el que responde a una inteligencia única y abarcante no accesible al humano y la que Einstein expresara: "El encuentro con lo misterioso es la experiencia más hermosa, es el origen de toda ciencia."

Las obras de arte verdadero que subsisten en el tiempo han logrado expresar la belleza de ese orden que nos trasciende y que hoy la ciencia astronómica, gracias al Hubble, trata de dilucidar.

Es que todo lo que existe en la naturaleza se expresa a la manera de un llamado que no es otro que la vida misma, motivo por el que la debemos defender, proteger.

Y a esa comprensión se llega a la concepción del modo como nos toca a cada uno interactuar, desde cada grado de evolución alcanzado por el esfuerzo individual en medio de una realidad distinta para cada uno.

Ciencia y filosofía, van hoy rumbo a un entendimiento.

Es que por uno u otro camino la naturaleza revela hoy sus secretos como premio tal vez a un grupo de esforzados pensadores y hombres de ciencia.

De manera que de la interconexión permanente y actualizada van surgiendo "redes inteligentes" por donde circulan libremente la idea creadora que irradia luz a otras mentes. Haciendo realidad la "holomente", en que la parte contiene la información de la totalidad.

La inteligencia no existe independiente de los estados de la mente, surgiendo la primera de campos cuánticos de energía primaria los que son activados desde cada uno que se lo proponga.

La materia oscura que gravita e inunda el universo, es concebida por la consciencia como plasma.

La ecobiología concibe al humano desde ese instrumento llamado cerebro donde cien mil millones de neuronas interconectadas por dentritas y axones traducen en sincronía infinidad de mensajes durante una vida, como inmerso en un campo al que llama "metaplasmático" de energía inteligente.

Se trata de la materia sutil que alimenta cuando pueda ser concebido en una naturaleza abarcante, sin limites conocidos, en constante reproducción y evolución.

Por lo tanto irrepetible como somos cada uno de nosotros aunque podamos ser clonados.

Inteligencia que no impone signo alguno a lo creado, ya que aquel es propio de la escala de valores y moral de quienes acceden a ella.

E importa señalar que una de las carencias que más influyen en el adormecimiento progresivo del cerebro es la ausencia de amor, de un sentimiento solidario que nos muestre en permanencia abiertos a la comprensión y ayuda al prójimo o sea al semejante.

Recordando finalmente que al concebir, somos el nexo entre aquello que existe lo manifestado y lo que vendrá.

O sea que existimos para hacer realidad.       

  

El Quinto Hombre