Revista Digital de El Quinto Hombre

EL SER Y EL TENER


Desjardins Arnaud- Francia




Un profundo análisis sobre la raíz de todos los errores y de todos los males del mundo actual, Ecológicos, Políticos, Económicos, Pedagógicos, Científicos y Técnicos. Crudo informe de una realidad, en la cual estamos inmersos y de la cual no podemos evadirnos.

Me esfuerzo por vivir lo que quiero comprender, dicho de otra forma, ser lo que quería saber. "To konw is to be", me enseñaron los sabios de la India "Conocer es Ser". No se conoce verdaderamente lo que no se es. "Ser" es la palabra clave, la piedra de toque. Terminé por descubrir con certeza que el propio ser del hombre moderno y el del hombre tradicional se diferencian profundamente, radicalmente. ¿Por qué? Porque como he escrito en "Los caminos de la Sabiduría", las sociedades antiguas basaban todo en la certeza implícita y general de que el sentido de la vida humana está en el ser y no en el tener, mientras que el mundo actual se basa en la creencia, que se observa por doquier, de que el sentido de la vida humana está en el tener y no en el ser. Ciertamente, la oposición del ser y del tener es un viejo caballo de batalla de los filósofos.
Pero lo que estoy diciendo no tiene nada que ver con los sistemas filosóficos. Se trata de una realidad vital y demasiado seria para que se disponga de ella en el terreno de la charlataneria intelectual o nos conformemos con "tener" algunas ideas copiadas u originales a ese respecto. La raíz de todos los errores y de todos los males del mundo actual. Ecológicos, Políticos, Económicos, Pedagógicos, Científicos, y Técnicos, la fuente de todos los motivos de inquietud denunciados en la Sorbona en mayo del 68 o en Estocolmo en 1972, es el ahogo contemporáneo del ser por el tener.
Eso lo explica todo y sólo eso permite explicarlo todo en todos los aspectos.
Considerando lo que ha subsistido de las sociedades antiguas como aplicaciones de la Ley del Ser, y el mundo moderno como la aplicación de la Ley del Tener, se hace posible una comparación inagotablemente rica en enseñanzas. Todos los aspectos de la existencia, oficio, organización de la familia, educación y guerras, fiestas, distracciones, artes... se ven afectados. En algunos puntos el abismo es tan grande que no se puede establecer ninguna comparación.

El ser y el tener son dos direcciones que se dan la espalda. Cuanto más se intenta tener, más se está perdiendo en el ámbito del ser. ¿Puede el Hombre Occidental moderno hacerse fácilmente a la idea de que haya algunas lenguas en las que el verbo tener no existiera, sencillamente? La lengua francesa, que moldea paulatinamente a partir de los primeros años de la existencia su concepción del mundo y de la vida, se basa en el lugar privilegiado que la gramática concede a dos verbos, a los dos auxiliares etre y avoir. En hindi, en tamil y en sánscrito no existe el verbo tener. Para expresar lo que correspondería al verbo tener se sirven de una perífrasis verbal empleando el verbo ser. En lugar de decir tengo un objeto, se dice "un objeto está a mi lado". De esta forma, el sánscrito, lengua que ha dado lugar a las dos culturas, hinduistas y budista, en las que se ha formulado la sabiduría eterna antes incluso de los profetas de Israel, no pretende expresar la posesión, sino solamente la relación. Es cierto que se necesita un mínimo de tener para poder ser. Ese tener es material: ropa, una casa y algo de comer; intelectual: un saber, conocimientos; emocional: amigos, un cónyuge, hijos; sexual y sobre todo, enormemente relativo y dependiente. Lo que es necesario para uno, no lo es para otros. Lo que es necesario en ciertos momentos de la existencia es inútil algunos años mas tarde. Lo que es necesario a un nivel de evolución pierde todo su atractivo cuando se alcanza un nivel superior. La necesidad de poseer que tiene un niño es mayor que lo que tiene el adulto, salvo si el adulto sigue siendo un niño en el fondo.
Si la necesidad de tener no se satisface en su momento, si el sentimiento de frustración es demasiado fuerte, el crecimiento normal del ser se detiene. La "liberación" no es fruto de la negociación ni de la frustración. Ese crecimiento es, en si mismo, una liberación progresiva frente al tener. Tener implica tomar o recibir. Ser implica dar. Para el niño, tomar es algo normal. Para el adulto lo es el dar. Tener implica dependencia con respecto a otro, empezando por la Madre y por el Padre. Ser implica dependencia de si mismo o no dependencia. El sentimiento de plenitud, de apertura, es inherente a uno mismo y no depende de lo que se posea o de lo que se carezca.
¿En qué dirección se orienta el destino humano? ¿Hacia una libertad cada vez mayor frente al tener en todos sus aspectos, hacia una madurez, por consiguiente, cada vez mayor? ¿O hacia una esclavitud al tener siempre tan apremiante, por lo tanto hacia un infantilismo que subsiste detrás de todos los logros y éxitos aparentes?
Este libro no está, como "Los caminos de la sabiduría", dedicado a la evolución personal de un hombre hacia la plena estatura del sabio, el Hombre verdadero.
Es una descripción del medio social contemporáneo en el seno del cual el hombre o la mujer han de encontrar su propio camino de crecimiento y de realización.
Durante miles de años, este medio ha estado organizado y regido de tal forma que se favoreciera lo más posible el progreso de cada hombre y de cada mujer hacia su libertad interior y hacia la evolución de su nivel de ser. Hoy, reclamando a gritos la libertad individual, prometiendo esa libertad, apelando a ella, la sociedad, en todos los sentidos, mantiene a los hombres en el servilismo al tener, en la dependencia y en la sugestión.
En muchos aspectos, este libro será una comparación entre la mentalidad moderna y los fundamentos tradicionales de la sociedad hindú o budista. En él se encontrarán, por tanto, verdades expresadas en los Upanishads, textos que exponen la doctrina Vedanta, y en los Shatras, que muestran los principios de organización y las reglas de conductas. Incluso se encontrarán algunos términos sánscritos. No he querido que esta obra fuera demasiado voluminosa ni demasiado erudita multiplicando las referencias a otras sociedades tradicionales, ya sean civilizaciones antiguas ya desaparecidas, a la cristiandad antigua, medieval principalmente, al Islam Árabe o no Árabe, al Africa no musulmana o a la América India. Mis propios estudios fuera del hinduísmo y el budismo especialmente en Islam (taawuf) en Afganistán y los de los viajeros u hombres de experiencia que han compartido conmigo sus propias observaciones, confirman, sin embargo, todo lo que se va a decir.
Aunque dedicado a la sociedad humana y a la cultura que le corresponde, este estudio comenzará con la exposición de algunas verdades metafísicas relativas a la realidad última y al mundo de los fenómenos. En efecto, por ahí comienza todo ahí termina todo. Lo que no cambia da sentido y valor a lo que cambia.
Aunque todo es expresión de la realidad suprema, aunque nada se escapa a las leyes cósmicas, el mundo moderno no reconoce ninguna base metafísica. Alardea, por el contrario, de haber hecho de la realidad aparente la del hombre y la del universo, el suelo firme sobre el que ha edificado su civilización hoy vacilante.
Las contradicciones intrínsecas de esa civilización, las amenazas que ellas mismas hacen nacer y que cada vez son más numerosas, los graves peligros, materiales y psicológicos, que corre la humanidad, la insatisfacción, la inquietud y la operación crecientes, todos signos de estos tiempos, nos autorizan a poner en duda el valor de los cimientos sobre los que los hombres han construido el mundo moderno.
Quizá había algún valor y alguna verdad en la vieja metafísica, en la metafísica eterna.


Extraido de Mundo Moderno y Sabiduría Antigua - Edit. Sirio - Málaga


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