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Revista Digital de El Quinto Hombre
El famoso DURAR SIN VIVIR
Los ensimismados, dominados y supervivientes
Hay personas, muchas lamentablemente, que su YO, su opinión, su sentir es la totalidad de lo real; son muy insulares, viven en una isla social total; existe solo el y nadie más.
Ellos tienen una formación cultural, expresada y conocida por muchos, que tienen todos los individuos que han sido dominados por padres autoritarios en su adolescencia o en su juventud o más allá de esas edades. También por un jefe o empleador, o alguien cercano, que siempre es el dominante, sutil o abiertamente; este personaje muchas veces es reconocido por la propia persona sometida; otras veces, no. Su visión es de una autoreferencia total.
Nos dicen, pero pocos lo saben o lo sienten, , que hay que buscar el uno mismo; pienso que es un hecho fundamental para todos y mas en este cambio societario del nuevo siglo que hemos empezado a transitar.
Debemos sentir nuestro adentro, nuestro verdadero Yo, el Interior, con lo positivo y negativo, sin mentirse a si mismos; percibir la realidad interna en todas sus facetas.
Siempre se cumple, inexorablemente, la ley universal de los opuestos, como son la noche y el día, lo blanco y lo negro. Nosotros también somos buenos y malos al mismo tiempo; tenemos a Dios y al Diablo en convivencia, como nos habla la cultura occidental.
Por supuesto, unos más en lo positivo, otros viviendo en lo negativo; pero siempre están los dos, como caminando juntos.
Nos dicen, pero nos cuesta aceptarlo, que tenemos la alegria y la tristeza en forma permanente, y que crecemos por el dolor y el sufrimiento.
Lo han expresado en toda la Historia de la Humanidad, innumerables filósofos y metafísicos; Jesús el Cristo lo repetía siempre.
Expresó el clásico, Bendito el sufrimiento porque nos hace grandes; pero esa persistente frase, tenemos que saber comprenderla y analizarla debidamente.
Hay que buscar, bucear, dentro del yo interior, mirar atentamente el adentro, pero… sin ensimismarse y sin ver todo con una sola óptica.
El gran capital de la maduración personal y para el crecimiento espiritual es la meditación profunda y el análisis profundo de los errores pasados, que se cometen, en distintos momentos, circunstancias y hechos cotidianos. Sucede siempre, sin ninguna duda.
Esa maduración debemos comprenderla, sentirla, pero en forma debida y concientemente; analizarla desde distintas perspectivas, no desde el ensimismamiento y con una sola óptica.
Pero cuando, en ese análisis de nuestro Yo Interior, caemos en la monotonía vital, es decir, con las reiteraciones de criterios y opiniones, con el repertorio de conceptos machacados, uno advierte que no está creciendo sino solo d-u-r-a-n-d-o.
Y atención!!! Durar es algo difícil de vivir; muy distinto a sentir realmente la vida, apreciándola, conociéndola en su exacta dimensión.
LA VIDA ES HERMOSO VIVIRLA, con sus pro y sus contra; con sus altibajos de tristezas y alegrias; con la felicidad y el dolor.
Pero durar sin vivir es empeñarse, con toda seguridad, en no perder protagonismo, sin percibir que se es un protagonista falso; el que esconde siempre la realidad autentica, sabiendo, muchas veces que la potencialidad de su vida actual, no es para nada rica. Pero….hay que seguir durando.
Y lo indispensable para seguir durando es dirigirse al otro como si tampoco quisiera vivir; su durando lo tiene también el otro; y no es así.
Una de las estrategias para seguir en el durando y por supuesto, para supervivir, es el de las prebendas, que entran en escena para condenar al beneficiario en el durando y no vivir la hermosa vida que puede vivir. Solo supervive, no vive realmente- No se facilita ni se otorga las grandes posibilidades de crecer y desplegarse, con todo ese tesoro y potencial enorme que tiene dentro de si, lamentablemente ignorado y no conocido por el mismo.
De esta manera, el personaje se condena a la inmovilidad de la dependencia.
Es el que vive dependiendo de otro, llámase padre o madre, marido o pareja, de tal o cual persona, sea cual sea la posición familiar o social que tenga. Es el clásico conformista.
Y a pesar de admitir siempre interiormente el famoso NO LO AGUANTO MAS , sigue igual, porque se es debil, enormemente debil, se conforma, parece que hubiera un masoquismo extraordinario en ese aguante. Construye también el falso PARA QUE CAMBIAR.
Es el mismo que vive aferrándose al pasado y a las circunstancias del presente, sin pensar en la proyección del futuro y si lo piensa, solo lo ve como ese porvenir negro, fatal, torturante.
Todas esas personas no son viejas de edad, de mucha edad cronológica, sino que son seniles, viejos en el adentro; con la peor ancianidad de todas, la interna.
Además, viven en un mundo que no es el real,
al que necesitan perpetuarse para no perder el sentido de su propia y pobre identidad.
Y pobrecitos, como diría el Cristo, no saben los que hacen, igual que les pasa a los que nos hacen la maldad.
!!!Que sabiduría enorme !!!
NO SABEN LO QUE HACEN.-
Cuantos pero cuantos personajes encontramos permanentemente en nuestro entorno, sumergidos dentro de esta problemática. Estamos rodeados de ellos. ¿No es cierto?, mi amiga, mi amigo.
Piense mucho en ello; no lo haga, evítelo, hay mil formas de zafarse de ese DURANDO; viva la vida, sea realmente feliz.
Para pensar, para analizar, para saber vivir la vida, tal cual es, con sus claroscuros, pero siempre con el gran norte de las cuatro palabritas fundamentales, que usted sabe cual son y que caminarán tanto diariamente en este siglo de la Gran Transformación.
El Quinto Hombre |
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