Revista Digital de El Quinto Hombre

 
LA CIUDAD TEMPLARIA DE TOMAR

Por PEDRO SILVA ( Portugal)

 

La inclusión de un capítulo específicamente dedicado a la ciudad de Tomar puede parecer, a los ojos de quien desconoce su historia, inadecuado. Pero, en realidad, en una obra sobre la Orden del Templo y a la que le siguió en Portugal, la Orden de Cristo, la ciudad bañada por el río Nabão es importante para la comprensión de la fundación de Portugal y del período de sus Descubrimientos. No obstante haber sido la sede de los caballeros Templarios y haber recibido la visita de ilustres monarcas, por ejemplo, D. Manuel en 1510, que le concedió foro nuevo y D. Maria II en 1844, y haber sido fundada por Gualdim Pais, figura mítica de los Templarios portugueses, hay otros factores importantes que hicieron de Tomar, la ciudad Templaria por excelencia.

La ciudad fue fundada en un punto estratégico desde el punto de vista militar y religioso.N. del T. Según Loução (2000, p. 261), “Tomar está precisamente en el cruce de corrientes telúricas, así como Santiago de Compostela. Son lugares propicios a la actividad espiritual, a las revelaciones, a la manifestación de lo sagrado”. Con la extinción de la Orden del Templo y la creación de la Orden de Cristo, el Infante D. Henrique, nombrado por el Papa como Regente de esta Orden, se instaló en el castillo de Tomar y transformó la ciudad en un centro generador y principal sustentador de toda la epopeya de los Descubrimientos. Según Loução (2001, p.267) “En Tomar está la raíz del espíritu que animó la formación de Portugal y, posteriormente, los descubrimientos.

Allí, las elites portuguesas durante siglos moldearon los valores de la nación y planearon la estrategia de su expansión. Fue una isla de conocimiento y armonía en el período medieval”. Tomar se destacó también por la leyenda sobre la existencia de un posible tesoro perteneciente a los Templarios. Una de las explicaciones posibles sobre el origen de su nombre se debió a la existencia del tomillo, vegetación local encontrada en abundancia en el río Nabão. La planta era conocida por los griegos como thýmon y los romanos la denominaron thymum (vulgarmente tumum), palabra que fue adoptada posteriormente por los moros, que de acuerdo con la índole de su lengua la arabizaron, convirtiéndola en thomar, que después se hizo Tomar.

 

Otra hipótesis sobre el origen del nombre, tal vez la más correcta, es considerar como origen etimológico Theodemari, o villa de Theodemarus, una villa de origen romano. “El castillo de Tomar fue el más importante castillo - monasterio de los Templarios en territorio lusitano. La ‘Fiesta de los Tabuleiros (bandejas)’ fue instituida en el Siglo XIV por la reina Santa Isabel, esposa de D. Dinis, precisamente después a disolución de la Orden del Templo y a creación de la Orden de Cristo para substituirla y acoger a sus miembros.” “Tomar constituye un auténtico museo, tantos y tan valiosos son sus monumentos que recuerdan siglos de arte desde el románico hasta el barroco.” “(...) Y lo mismo se dice de la tela natural cuya visión abarca del Convento de Cristo, y que parece colocada en la reja de la gran ventana. La impresión que se recibe tiene la suavidad de una caricia. El Nabão, abajo, sólo por obligación profesional se mueve.


Ventana de Capítulo (Tomar)

 Pareciese que reprime su propia furia, para, en vez de ser un río que pasa, ser un espejo que refleja. Y toda esta armoniosa presencia de los relieves, este caminar de las aguas en las puntas de los pies, esta velada sonrisa de los colores, es como el inicio de una santa misa del espíritu, que el espíritu acaba de celebrar.” “Si puedo imaginar un castillo Templario, es Tomar. Se llega a él por un camino fortificado que pasa junto a los bastiones exteriores, con campos de setas en forma de cruz, e inmediatamente se respira una atmósfera de cruces, desde el primer instante. Los Caballeros de Cristo en aquel lugar habían prosperado durante siglos.”

 Es así como se entiende la necesidad de dedicar algún tiempo a la ciudad de Tomar, que tuvo en los inicios de su civilización, a los Túrdulos, probables moradores de la población llamada Nabância, en 480 a. C. Conforme Ribeiro, (2001, Internet), cerca de Tomar, en la finca de Marmelais, hay varios restos romano de estatuas, mosaicos, ruinas de caseríos y callejones de urbanización secular que atestiguan la existencia de Nabância.
Descubrimientos arqueológicos comprobaron también que un agrupamiento poblacional romano denominado Sellium, existió en la margen izquierda del Nabão.
 En 1952 se encontró una tumba de una necrópolis con restos de ladrillos, un peso de un telar de barro, una lámina de cuchillo, argollas de vidrio y diversas monedas de los siglos III y IV. Cuando, el 1º de marzo de 1160, D. Gualdim Pais ordenó el inicio de la construcción del célebre Castillo de Tomar, la historia de la ciudad nabantina estaba decididamente trazada:
sería, inevitablemente, un local mítico, singular. El lugar fue escogido, según Ribeiro (2001, Internet), “(...) de acuerdo con criterios romanos de ocupación, que consistían en las reglas seguidas para a elección, sacralización e instalación territorial, cuando el hombre sabía organizar su espacio vital en la medida y semejanza de las configuraciones celestes que lo presidían.”
Fundado en el siglo XII, el castillo fue ideado por D. Alfonso Henriques y Gualdim Pais para consolidar la posesión de territorios conquistados y ser cabeza de la Orden del Templo. Para su construcción se utilizó mucha piedra de la ciudad muerta de Além da Ponte, la Sellium romana, en la margen fronteriza del rio Nabão. Gualdim Pais escogió el lugar para la construcción del castillo por la abundancia de piedras y por el hecho de que las aguas eran buenas.

 

El proyecto de construcción del castillo era de avanzada arquitectura militar: consistía en dos filas de murallas y el empleo conjunto de torres redondas y cubos. La carretera que liga Santarém a Coimbra debía ser defendida de ataques musulmanes y de posibles travesías en el Tejo, pues amenazaban directamente a Santarém y Lisboa. En 1190 el castillo sufrió un ataque de Jacub ben Juzuf Almanzor, Emir de Marruecos, que venía al frente de un gran ejército, después de haber destrozado Santarém, Torres Nuevas y Abrantes. La población de Tomar se refugió en el castillo y consiguió repeler a los islamitas causándoles muchas bajas. Según Machado (1936, p.11-14), “Gualdim Pais, (...) trabó aquellos muros con los pináculos del monte, con declives y pedregoso”. En la opinión de Seguro de Herculano, “Era uno de los más fuertes de Portugal, y, tal vez, el mejor defendido, por estar confiada su guardia a los Templarios, que de él habían hecho el centro de la Orden, estableciendo ahí su casa capitular. (...) No abultan al castillo de Tomar las construcciones ciclópicas de granito, o los muros arrogantes de otros castillos”.



Capa (representando el Convento de Cristo)

En una inscripción del castillo de Tomar puede se leer lo siguiente: “IN E MC LX VIII REGNANTE ALFONSO ILLVSTRISSIMO REGE PORTVGALIS DOMNUS GALDINVS MAGISTER PORTVGALENSIUM MILITVM TEMPLI CUM FRATIBVS SUIS PRIMO DIE MARCII COEPIT AEDIFICARE HOC CASTELVM NOMINE THOMAR QVOD PERFECTUS REX OBTVLIT DEO ET MILITIBUS TEMPLI”, es decir, “En la era de 1168, reinando Alfonso, ilustrísimo rey de Portugal, Dom Gualdim, maestro de los caballeros portugueses del Templo, con sus frailes, comenzó en el primer día de marzo a edificar este castillo, llamado de Tomar, que, después de concluido, el rey ofreció a Dios y a los caballeros del Templo.”
 Mientras crecía en la población un sentimiento de colaboración entre los caballeros y sus habitantes, en Francia, Felipe el Hermoso lograba la extinción de la Orden con insultos, torturas y amenazas- En Tomar, D. Dinis ni por un momento dudó de las buenas intenciones de la Orden del Templo y, poco tiempo después, los bienes de los Templarios fueron transferidos a la Orden de Cristo, que se instaló en su sede a las márgenes del río Nabão.

 En 1523, D. João III hizo representar la Farsa de Inês Pereira de Gil Vicente, en el Convento de Cristo. La importancia del conjunto arquitectónico de la ciudad hizo que la UNESCO en 1984 reconociese al Convento de Cristo como patrimonio de interés mundial. Se trata de uno de los principales monumentos de la arquitectura portuguesa, en el que están representadas todas las etapas estéticas adoptadas entre los siglos XII y XVIII.

Es posible establecer una correspondencia entre el período artístico y el histórico en el Convento de Cristo. Por ejemplo, el período románico con los Templarios; el gótico y el manuelino con los descubrimientos; el renacentista con la reforma de la Orden y para finalizar el barroco con sus adornos arquitectónicos. Los claustros del Convento son siete, entre ellos el de D. João III, que es la más importante obra del período renacentista ejecutada por el arquitecto Diogo de Torralva. En la ventana de la casa del capítulo, parte integrante del Convento, representativa del período manuelino, se vislumbran elementos del contacto ultramarino con sugestiones vegetalistas, marinas realistas y un evidente sentido épico. En 1896, Ramalho Ortigão la describe en su obra O Culto da Arte em Portugal así:

“(...) la flameante ventana de la sala del capítulo es la obra más elocuente, más convincente, más poética, más entusiásticamente patriótica, más estremecidamente portuguesa, que jamás realizó en nuestra raza el talento de esculpir y de hacer cantar a la piedra”.


 El conde Raczynski afirmaba que el Convento es “(...) el remanente más importante de la antigua grandeza de Portugal”. El nicho es parte del convento y fue construido como las mezquitas sirias, estilo arquitectónico que los caballeros adquirieron por sus contactos con el Oriente. Se trata de un santuario rarísimo de la Alta Edad Media, inspirado en la Ermita de Omar, de Jerusalén. Inicialmente servía como oratorio de los Templarios, más tarde pasó a ser la capilla mayor del Convento. D. Manuel fue quien ordenó su decoración con esculturas y pinturas.


Castillo Templario de Tomar


De acuerdo con Loução, (Los Templarios en la formación de Portugal, p. 269), la Iglesia de San Juan Bautista, patrono de los Templarios, merece algunas consideraciones por el hecho de que su patrono, conforme a ciertas tradiciones de Asia Menor, fue un gran maestro espiritual y líder de una cofradía. Los seguidores de San Juan Bautista eran llamados mendaitas, y su doctrina gnóstica, a pesar de no tener nada que ver con el cristianismo, causaba cierta simpatía en los caballeros Templarios, tal vez por esto la escogencia del patrono. Esta iglesia remonta a la época cuando D. Henrique era gobernador de Ceuta, y fue reconstruida por D. Manuel I. El pintor Gregório Lopes es el autor de los inmensos paneles que cuelgan de la nave.


 La Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción fue construida por Fray Antonio de Lisboa, en 1530. Está en la cima del monte donde se elevan el Convento de Cristo y el Castillo de los Templarios. Se trata de una pequeña basílica constituida por tres naves con columnas de orden corintia. Es un ejemplo de arquitectura renacentista.


 La Capilla de S. Lorenzo fue construida por Aires de Quental y en su exterior una placa recuerda la unión de los ejércitos del Maestro de Avis y de D. Nuno Alvares Pereira, en 1385, antes de ir para la batalla de Aljubarrota.


 La iglesia de Nuestra Señora de Olival proviene de la segunda mitad del siglo XIII. Hace mucho que se especula sobre la existencia de un túnel que la uniría al Castillo de los Templarios, pero esto no se ha comprobado. Su construcción fue anterior al Castillo y se supone que fue la primera sede de la Orden del Templo. En ella están los túmulos de más de veinte Maestros del Templo y el primero de la Orden de Cristo, D. Gil Martins. Hay un hecho curioso relatado por Loução (2000. p.263) sobre esta iglesia, porque es la única en Portugal en la que se desciende para entrar. Según Loução (op. cit. p. 263) “Este hecho provoca la sensación psíquica de regreso al útero de la tierra, ‘a las aguas genesíacas de Nuestra Señora’, para ir a beber ‘la leche espiritual’ y renovar el alma”.


En 1627, D. Filipe III creó la Feria de Santa Iria, en memoria de la joven de Nabância (Región de Tomar) a causa del trágico martirio a que fue sometida. Según la tradición del lugar, Iria era descendiente de la familia pudiente y había sido educada en un monasterio de monjas benedictinas. Muy bella, despertó el interés de los jóvenes hidalgos, entre ellos Remigio Britaldo que tenía por ella una pasión enfermiza que la joven no correspondía por su devoción Dios. Remigio era monje y su guía espiritual.


Enloquecido de celos, dio a la joven una bebida hechizada que hizo que apareciesen en ella signos de gravidez. Expulsada del convento, la pobre doncella fue al río a orar, y fue asesinada por un criado de Britaldo. Su cuerpo fue encontrado después, cerca de Santarém, en las arenas del río Tejo, y estaba incorrupto. A pesar de ser una leyenda, el hecho es que el convento, que tiene su nombre y está situado en la margen izquierda del río Nabão resistió los embates del tiempo e integra el conjunto arquitectónico de Tomar.


En 1701, la villa contaba con novecientos habitantes y continuaba recibiendo el apoyo de los monarcas portugueses. Su población eso se triplicó en menos de un siglo. En 1810, Tomar se vio perjudicada por las invasiones napoleónicas y con la extinción de las órdenes religiosas, pero fue elevada a la categoría de ciudad en 1843. Jácome Ratton, que también fue caballero de la Orden de Cristo dio inicio a su actividad fabril, generando un desarrollo industrial en el que se destacan la Fábrica de Papel del Prado en 1836, la Fábrica de Papel de Puerto de Caballeros, inaugurada el 8 de marzo de 1882, y la Escuela de Diseño Industrial de Jácome Ratton, creada en mayo de 1884. El 9 de diciembre de 1900 fue colocada la primera piedra del Edificio de la Central Eléctrica de Tomar. En 1912, Manuel Mendes Godinho comienza a operar su Fábrica de Molinos, que generó la formación del mayor complejo industrial del Concejo de Tomar.
 Cuando, en noviembre de 1837, António Bernardo da Costa Cabral adquirió el Convento de Cristo, muchos quedaron sorprendidos, pero su acción se reveló como positiva, porque el Conde de Tomar pudo realizar varias obras de restauración en su estructura. Este monumento pasó a ser propiedad del gobierno portugués, en 1934, por iniciativa del ministro de las Finanzas, Oliveira Salazar. En el comienzo del siglo XX, la ciudad tenía cerca de siete mil habitantes y un crecimiento pujante que se hizo notorio con la construcción de rieles, instalación de industrias y el trazado de calles. En 1950, la población aumentó a casi doce mil habitantes, haciendo de Tomar una de las ciudades más pobladas del país. En 1980, la ciudad llegaría a la cifra de dieciocho mil habitantes, un número considerable. En la década de los noventa el municipio de Tomar continuó creciendo, a pesar de que la población de su ciudad había se dispersado por las aldeas adyacentes, lo que causó una cierta paralización en su índice de crecimiento poblacional.


Tomar es una ciudad mística y también la síntesis de casi ocho siglos de la historia de Portugal. En ella, los representantes de las tres mayores religiones monoteístas, los cristianos, los musulmanes y los judíos, dejaron en la arquitectura de sus monumentos y símbolos el esoterismo de la ciudad.


Los estudios arqueológicos y arqueo - astronómicos que se han hecho, dejan aún campo fértil para muchos descubrimientos sorprendentes. Tomar debe ser visitada con el alma tranquila y el espíritu abierto para que se pueda sentir en el Convento de Cristo la energía Templaria que emana hace siglos.
La palabra misterio proviene del griego muô que significa “cerrar la boca” y el voto de silencio era necesario para la realización de las ceremonias de los Templarios, a fin de que determinados conocimientos no fuesen revelados a las personas que pudiesen usarlos de mala fe.


El caballero Gervais de Beauvais afirmó al abogado Raoul de Prestes, durante el proceso que fue incoado contra los Templarios que había “en la Orden un reglamento tan extraordinario y sobre el cual debería ser guardado tal secreto, que cualquier persona habría preferido que le cortasen la cabeza a revelarlo”.
Aún hoy en día se puede sentir la energía poderosa de los caballeros a través de su gente, los tomarenses, que heredaron la misteriosa ciudad de Tomar.

 

<div align="right" style="font-weight: bold">El Quinto Hombre</div>