Revista Digital de El Quinto Hombre

 
LA DIOSA FLORA

Por Ludwig Sullos



   Llamo así a la entidad cósmica que cuida de la vegetación en el planeta Tierra. Mi primitiva mente la personifica así. Flora tiene más de 500 millones de años y ha cuidado de las plantas durante todo este tiempo. Permitió que nosotros, los devoradores de oxígeno que no tenemos clorofila, vivamos de su cuerpo directa o indirectamente. Si ella se muriera, todos moriríamos. Quedaría un desierto rojo y frío en la Tierra.

   Flora necesita agua, sales minerales y aire. Nosotros del aire solo extraemos el oxígeno (O2), y comemos el cuerpo de Flora; ella nos sirve en bandeja los hidratos de carbono y las proteínas que obtiene de la energía solar por medio de la clorofila, su gran invento; ella extrae del aire nitrógeno (N2) y dióxido de carbono (CO2), y también oxígeno.

   Flora consigue su principal alimento del aire: el carbono, en forma de dióxido (CO2). Respira el CO2 y, con la clorofila y la luz solar, la fija en su cuerpo, exhalando oxígeno. También se arregla para tomar el nitrógeno y obtener proteínas.

   La Tierra comenzó su vida con una atmósfera 100 veces más densa que hoy, con 96% de CO2, doscientos mil veces más que hoy. El calcio, muy abundante en la Tierra, lo fue absorbiendo durante más de 3000 millones de años. Recién hace 650 millones de años que comenzó el auge de los seres multicelulares. Es posible que sucediera por reducirse suficientemente el CO2 en el aire. Era cuando Flora nació; probablemente había mil veces más CO2 en el aire que hoy, la misma cantidad de nitrógeno que hoy, y una cantidad variable de oxígeno (generado a partir del agua en la estratosfera). Entonces Flora también reducía el CO2 en el aire, añadiendo oxígeno.

   Pasaba el tiempo. Ya en la Era Jurásica se redujo a 1% (hoy hay 25 veces menos). En ese tiempo Flora tenía su era dorada. Había una densa vegetación de 30 metros de alto. Flora tenía aún mucha comida. Aquí debo mencionar para los ambientalistas que había mucho CO2, más de 25 veces de lo que hay hoy. Ellos pensarán que debió haber un efecto invernadero terrible. Sin embargo, el clima era inclusive menos cálido que hoy; el efecto invernadero que se pregona, amenazando con un calentamiento global destructivo de muchos grados, es más bien por una presión política contra los países industrializados; en la Era Jurásica no existía ni la política, ni el calentamiento global. Es que las nubes rechazaban más calor de lo que tal efecto iba a producir. Así que había un clima apacible, con menos huracanes y más nubes. Flora era feliz.

   Y seguía pasando el tiempo; el calcio arrojado por los volcanes y un poco las plantas también, seguían absorbiendo el CO2. Llegó la Era Cuaternaria (hoy) y al terminar el siglo 19 había solo 0.029%  (290 partes por millón) de CO2 en el aire. Flora se enfermó, los desiertos se expandían y la masa vegetal del planeta se estaba reduciendo.

   En el siglo 20 se realizaron experimentos con plantas, sometiéndolas a vivir en atmósfera con menos CO2, para saber cuál es la cantidad mínima con la que la clorofila es aún capaz de hacer crecer la planta. Se llegó a 140 partes por millón (0.014%); la clorofila colapsó y la planta murió. Según los cálculos, sin la industria de por medio, en un orden de 5 á 10 millones de años se habría alcanzado ese valor en la atmósfera. O sea, Flora tenía una condena a muerte en este plazo.

   Esto Flora ya lo sabía al terminar la Era Cretácea, hace 65 millones de años. Ella trabaja con tiempo. Si tuvo algo que ver con el gran meteoro de México, no se sabe. Lo concreto es que comenzó la evolución de los mamíferos. Y Flora tuvo una idea. El carbón que ella necesitaba estaba enterrado profundo en el suelo, fuera de su alcance. Entonces comenzó a inducir la evolución de una rama determinada (los primates, nosotros) para que tengan la necesidad y la capacidad de desenterrar ese tan deseado carbón. Tardó muchos millones de años (aún disponía de tiempo) en desarrollar un  primate con cerebro especializado. Y llegó la culminación hace un instante (hace doscientos años, más o menos). Esos primates con cerebro de 1500 gramos comenzaron a cavar en la corteza terrestre y sacar el carbón. Hicieron agujeros con taladros y sacaron petróleo, que, al quemarse, también libera CO2. Con una inteligencia monolateral, orientada hacia la obtención de energía por combustibles fósiles, esos primates desarrollaron una industria generadora de CO2. Más aún, el desarrollo de la medicina hizo reducir drásticamente la mortandad infantil. Antes nacían 10 y morían 8. Después, nacían 10 y solo morían 2.  Flora tuvo un gran éxito: más gente, más CO2. De 290 ppm (siglo 19) logró elevar el contenido de CO2 de aire a 410 ppm (hoy). Ella lucha por su vida.

   Sin embargo, su lucha no estuvo libre de dificultades. El desarrollo del cerebro de los primates se le fue de las manos. Hubo algunos que comenzaron a pensar demasiado y se acercaron peligrosamente al conocimiento de fuentes de energía que no necesita carbón.

Entonces tuvo que inducir ideas ridículas en la mente de los científicos para desorientarlos del camino que conduce a tales conocimientos. En la tecnología nuclear no lo logró, ésta avanzó un poco, pero dada su complejidad y peligrosidad, no evita que aumente la emisión de CO2. Las otras formas de generar energía (eólica, fotovoltaica, etc.) no cuentan. La hidroeléctrica parece ser una competencia importante, pero los recursos ya están a punto de terminar.

   Se puede ver en la historia de la ciencia cómo las ideas ridículas inducidas por Flora se instalaron para quedarse. Por ejemplo, en el experimento de Michelson-Morley, hay un error de interpretación que condujo a la idea de que no hay medio conductor de luz. Este ridículo concepto fue la salvación de Flora, ya que se instaló en las cátedras e inclusive los que hablaban de tal medio eran tratados de locos. Flora respiró unas reconfortantes bocanadas de dióxido de carbono y estuvo tranquila: nadie trataría de ionizar ese medio conductor (la tensión de ionización es de 1.022 kilovoltios) por creer que no vale la pena, es imposible. Parece que la palabra "imposible" es la mejor aliada de Flora.

   Nosotros (nuestro modesto grupo de investigadores "locos") hemos logrado ionizar ese medio conductor que, según los físicos que fueron influenciables por Flora, "no existe". Pero Flora ya tiene una extensión de vida de por lo menos 50 millones de años más: es que ya nada impedirá que, a mediados del siglo 21, el CO2 llegue a 500 ppm. Después de este tiempo, ya se arreglará para seguir viviendo. Hasta existe la débil posibilidad de que esos primates conozcan mejor a Flora y que le ayuden en forma consciente. Pero esto está en un futuro lejano; no creo que tales primates (nosotros) logren subsistir tanto.
   Hoy, con casi 410 ppm de CO2, se puede notar que las plantas crecen mucho mejor. Es un aumento de casi 40% con respecto al siglo 19.

   Y ahora surge la gran pregunta: ¿Por cuánto tiempo se resistirá Flora contra la tecnología que permite generar energía sin combustible fósil? Supongamos que hoy mismo suspende la resistencia. ¿Qué tendríamos para empezar?

   Si los científicos del planeta comenzaran a pensar con mente menos anquilosada, en menos de 5 años obtendríamos algo que llamamos "turbina de gravedad comprimida".

    ¿Qué es eso? Aún lo tenemos como proyecto basado en experimentos exitosos que hicimos. Hemos logrado ionizar el medio conductor de luz y gravedad. Logramos la ruptura eléctrica de tal medio y hemos obtenido fuerzas que no son ni magnéticas ni electrostáticas. Tenemos una explicación para tales fenómenos: es la teoría eterónica. Es una teoría, por lo tanto, es ciencia-ficción porque es producto de cerebros humanos, cerebros terráqueos, de esos primates que se deslizaron entre las manos sutiles de Flora.

    Supongamos que funciona. ¿Cómo es una "turbina de gravedad comprimida?

    Es muy simple. Según la teoría eterónica, la gravedad es el flujo de gravitones. Los gravitones son como los fotones, pero sin vector eléctrico. Los generan los átomos (el planeta en gran cantidad), que reciben energía en forma continua y que les hace aumentar la masa; éstos se hacen inestables y emiten gravitones, que son "paquetes de energía" sin actividad eléctrica. Se mueven a la velocidad de la luz. Unos aparatos eléctricos sencillos logran que se genere una corriente horizontal del "medio conductor que no existe" y arrastre a los gravitones. Es una cámara horizontal; arrastra a los gravitones horizontalmente, de un extremo a otro, donde los concentra. El resultado es que encima de la cámara casi no hay gravedad y en un extremo puede haber 10 veces más. Allí un objeto pesa 10 veces su peso normal. Una rueda cuya mitad está por encima de la zona de alta gravedad es obligada a girar. Acoplada a un alternador, genera electricidad sin combustible, sin polución, sin ruido. Muchos ingenieros no se atreven a creerlo porque "es demasiado sencillo". Casi tan sencillo como una bomba de plutonio. Solo que obtener plutonio es muy difícil, y obtener el concentrador de gravedad es muy fácil.

   Al describir esto, me expongo a que Flora me mate. Y bueno, de algo hay que morir. Por otra parte, cualquier ingeniero o físico dirá que esto es "imposible" (palabra preferida de Flora) y no vale la pena intentarlo. Hasta que los terráqueos piensen así, tendrán que respirar aire contaminado. No debemos olvidar que lo más seguro para no lograr algo es no intentarlo. Si dejan de pensar así, partiendo hoy, se necesitará por lo menos 20 años para reemplazar todo el parque energético del planeta.

   Sea como sea, Flora ya tiene futuro por 50 á 60 millones de años más.

   Si comienza la era eterónica, la extracción de carbón y petróleo caerá a menos de la vigésima parte. A Flora se le cortará el suministro. Habrá energía sin límite y renovable. Dado el hecho de que se manipula la gravedad, hay otro artefacto posible: el levitador eterónico. Es un mecanismo sencillo que logra una eficiencia de mantener en el aire, a cualquier altura, una tonelada con un kilowatio, o menos, sin ruido, sin viento, sin hélice. Recordemos que un helicóptero de una tonelada necesita por lo menos 300 kilowatios para eso, contamina 300 veces más, genera un vendaval hacia abajo, es muy ruidoso y tiene unas aspas muy peligrosas y vulnerables. El levitador se puede usar también para propulsión directa. Un aparato que vuela con el mismo lo podemos llamar "levión".

   Es posible construir leviones de miles de toneladas y usarlos como cargueros, pero también como bombarderos. Un levión de 20000 toneladas supera en poder destructivo a diez portaviones nucleares del tipo Nimitz. Si se instala una turbina de gravedad en un levión, éste tiene una fuente de poder que le da un alcance sin límites. Es el aparato volador ideal que no necesita reabastecerse de combustible, despega y aterriza sin ruido y sin viento en cualquier parte. Es absolutamente inofensivo en cuanto a contaminación.
   ¿Le gustará todo esto a Flora? No creo que le importe en ningún sentido que no sea el hecho de que ya no se emitirá más CO2.

   Por otra parte, el manejo eléctrico de la gravedad permitirá desviar asteroides de bastante tamaño. Un asteroide impactando la Tierra ya no será una amenaza, a menos de que sea demasiado grande y se descubra muy tarde. Esto parece paradisíaco hasta que no descubrimos algo más: un asteroide que no tiene ninguna intención de chocar con la Tierra se puede reorientar para que choque justo sobre una ciudad enemiga. Esto ya es feo. Si hasta hoy no hubo guerra atómica es porque todos sabemos que una serie de misiles termonucleares puede aniquilar al enemigo rápidamente; pero la radioactividad resultante mataría al agresor con una muerte lenta y horrible. Seremos locos, pero no tan tontos como para iniciar una guerra atómica. (¿Será realmente así? Eso espero…)

Pero la bomba-asteroide (bomba techo de fuego) no es radioactiva, no produce elevación de polvo a la estratosfera y si entra en la atmósfera con 10 grados de inclinación respecto a la horizontal entonces explota a 60 km de altura, generando una nube de 3 á 5 kilómetros y a más de 5000 grados de temperatura. Lo que hay abajo se cocina a fuego lento en un radio de 80 kilómetros. Recordemos a Tungusca: aquél meteoro fue muy rápido y quizás no más de 20 metros de diámetro, y por la alta temperatura debida a su velocidad, produjo un destello gamma fuerte. Un cargamento de arena de 5000 toneladas (un levión mediano) a bastante menor velocidad no produce destello gamma, no llega entero al suelo y genera la nube tipo techo de fuego. Y es muy barato en comparación con las bombas termonucleares del mismo poder. Ideal para seres violentos (nosotros). Donde se destruye una ciudad con esta clase de bomba no queda radioactividad y no se produce invierno nuclear. Solo se puede temer por la respuesta similar del enemigo, y eso nunca detuvo una guerra. Si la solución de la superpoblación es ésta, a Flora no le conviene tampoco: menos población, menor emisión de CO2.

   Flora es inteligente. Sabrá solucionar sus problemas de un modo o de otro. No le importan los problemas de los primates. Se ríe de la política, del dinero, de las ideologías, de las religiones, de las ambiciones humanas por el poder. No le importa ser reducida en un 95% como le pasó hace 75000 años (volcán Toba), ella renació con renovada vitalidad por las cenizas nutrientes. Sobrevivió durante 500 millones de años, aunque en esta Era casi se muere; pero se las arregló para sobrevivir. Los seres humanos, casi seguro, se extinguirán en menos de 10 millones de años sin dejar más que rastros fósiles. Flora seguirá reinando. Los grandes ayudantes de Flora son entidades cósmicas poderosas.


Por Ludwig Sullos