Revista Digital de El Quinto Hombre

Sección Culturas Americanas -
DESDE COLOMBIA  
Expedición a las fuentes del Río Alto Timpía:
El descubrimiento del sitio ceremonial
del Lago de Ángel
yuri-leveratto.jpg
bandera-colombia-1.gifGENTILEZA:
YURI LEVERATTO

www.yurileveratto.com
PORTAL DE HISTORIA Y MEDIO AMBIENTE DE YURI LEVERATTO

 

 

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En 1955 el antropólogo peruano Oscar Núñez del Prado realizó estudios en el pueblo andino de Q’eros, ubicado en la cordillera de Ausangate.
Se dedicó a recopilar algunas leyendas locales que consideraban a Inkarri (Inka Rey) el héroe legendario que, después de habérsele rebelado al invasor español (Hispanarry), se retiró al oasis del Paititi, recorriendo un largo y antiguo sendero situado en la divisoria entre los actuales departamentos del Madre de Dios y del Cusco, en la cordillera de Paucartambo. Según la leyenda, Inkarri recorrió el camino de piedra en dirección norte hasta llegar al altiplano de Pantiacolla, de donde se internó definitivamente en el legendario Paititi.
En la década de 1960, el explorador de Arequipa Carlos Neuenschwander Landarecorrió el camino de piedra desde la localidad de Tres Cruces hacia el norte, descubriendo algunos interesantes sitios arqueológicos como el petroglifo denominado Demarcación (en el cual están representadas llamas que trotan hacia el norte) y algunos restos de antiguas edificaciones en la zona llamada Toporake (o Inca Tambo), ubicada en las fuentes del Río Chunchusmayo, al noreste del sitio arqueológico de Miraflores. Es posible que las construcciones de Toporake hayan sido utilizadas por soldados incas para delimitar el imperio y controlar el llamado Antisuyo, la selva baja amazónica.
Carlos Neuenschwander Landa llevó a cabo también algunas expediciones en el altiplano de Pantiacolla, una áspera meseta localizada entre el actual Parque Nacional del Manu y el Santuario Nacional del Megantoni, a una altura comprendida entre los 3000 y los 4000 msnm. El objetivo de sus expediciones era ubicar la legendaria fortaleza, justamente el Paititi, donde Inkarri se habría internado hasta el fin de sus días. 

 

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Carlos Neuenschwander Landa amplió los conocimientos del camino de piedra y del altiplano de Pantiacolla, pero no logró encontrar el ambicionado Paititi.
La expedición de octubre de 2012 tuvo el fin de explorar a fondo el brazo principal del camino de piedra troncal, que de la cordillera de Paucartambo conduce al altiplano de Pantiacolla, y explorar la zona del Lago de Ángel, un lago poco conocido ubicado al interior del Santuario Nacional del Megantoni.
El grupo, formado por Ricardo Conde Villavicencio, Gregory Deyermenjian, Paulino Mamani, Javier Zardoya y yo, se reunió en Cusco para empezar a preparar la expedición. 
Después de haber obtenido los permisos necesarios del Ministerio de Cultura y del Ambiente, indispensables para poder acceder al Santuario Nacional del Megantoni, procedimos a preparar los víveres para la exploración. Nos encontramos en el mercado de San Pedro, donde se pueden encontrar alimentos de buena calidad a bajo precio. Determinante fue la experiencia de Paulino Mamani comprando cereales andinos como la quinua, la quiwicha y la qañiwa. Compramos nueces, uvas pasas, nueces del Brasil, harina de maíz, de cebada y de trigo. Para aportar proteínas a la dieta, además de varias latas de atún, compramos 5 kilos de carne seca de alpaca. Además, compramos una cantidad considerable de arroz (10 kilos), pasta (5 kilos) y azúcar (10 kilos). Calculamos que los víveres serían suficientes para 6-8 personas para un período de al menos 15 días.
A continuación alquilamos una camioneta y partimos. Viajamos de noche por calles destapadas al lado de profundos precipicios. El resplandor de la luna llena iluminaba débilmente los escarpados contornos de amenazantes montañas negras.
A las tres de la mañana llegamos al pueblito de Quebrada Honda donde dormimos aproximadamente dos horas.
A las 5 me desperté y observé, atónito, que la luna, grande y amarilla, se ponía en el horizonte.
Poco después fuimos al mercado a comprar algunos objetos útiles para la expedición, tales como candelas, telones de plástico y gruesas cuerdas.
Luego, después de otras cuatro horas de viaje accidentado, llegamos al Río Yavero, en las cercanías de una hacienda tropical donde se produce café, maíz y achiote. En aquel lugar nos encontramos con el responsable de las mulas y organizamos la partida.

 

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Al día siguiente, a las 7 de la mañana, después de haber desayunado y haber cargado las mulas, iniciamos la caminata. Pasamos de los 1300 msnm del Río Yavero, a los 3500 msnm del Cerro Lacco, atravesando en 9 horas todos los biomas andinos, selva alta, bosque nublado, puna (o páramo). Acampamos en las cercanías de dos pequeños lagos andinos de agua cristalina.
Al otro día nos dirigimos primero hacia el noreste, siguiendo una bifurcación del camino de piedra, ya que habría sido imposible dirigirse directamente hacia el Lago de Ángel. El profundo valle del Río Yuracmayo nos impedía atravesarlo. Durante la jornada llegamos a un inmenso cráter circular ubicado a unos 3700 msnm, al interior del cual se halla un espejo de agua llamado laguna negra. Los bordes del cráter son inaccesibles cimas montañosas de una altura un poco mayor de 4000 msnm.
Pienso que el cráter de la laguna negra podría ser el lecho de un antiguo volcán, pero sólo con el dictamen de un geólogo se llegaría a conclusiones precisas.
Apenas llegamos al borde del cráter nos dimos cuenta de que no había un camino transitable para las mulas en la divisoria, y entonces debimos descender al estrecho valle de las fuentes del Río Yuracmayo y acampar a la altura de 3600 msnm.
Al día siguiente proseguimos la ardua caminata a través de otros dos valles donde fluyen otros tantos afluentes del Río Yuracmayo. Entonces, hacia las cuatro de la tarde, llegamos por fin a la divisoria entre el valle del Río Yuracmayo y el del Río Timpía (afluente directo del Río Urubamba). Arribamos a un lago de forma irregular ubicado a 3700 msnm. Si bien aquel lago no está en el mapa del Instituto Geográfico Militar Peruano, en todo caso me di cuenta de que formaba una de las fuentes del Río Timpía, y decidí nombrarlo Lago del Timpía. Acampamos poco después en el valle adyacente.
A la mañana siguiente, bajo una fría lluvia constante, el responsable de las mulas regresó al valle con su ayudante. A partir de ahí sería imposible proseguir con los animales de carga, ya que el terreno era sumamente escabroso, fangoso y lleno de huecos.
Ya éramos sólo seis: Ricardo Conde Villavicencio, Gregory Deyermenjian, Paulino Mamani, Juan Condori, Javier Zardoya y yo. De ahí en adelante debíamos continuar cargando nuestras provisiones, las carpas y todo el material de exploración. Empezamos la caminata hacia las 10 de la mañana bajo una fría lluvia en medio de una espesa niebla. El camino resultó ser muy insidioso ya que avanzábamos fuera del sendero, algunas veces sobre cuestas formadas por rocas resbaladizas y otras veces en interminables pantanos donde nuestros pies se hundían en profundos huecos, arriesgándonos mucho a fracturarnos. A pesar de todo eso, proseguimos en dirección noroeste, manteniéndonos a una altura de aproximadamente 3600 msnm.

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A veces tuvimos que ir a niveles más bajos porque caminar en la ladera era literalmente imposible; luego, sin embargo, debíamos volver a subir con el fin de mantener la dirección noroeste, con grandes dificultades. Caminar bajo la lluvia fría en el fango, a alturas tan elevadas, donde el oxígeno es escaso y el frío intenso, es realmente un desafío.
Después de haber atravesado dos valles, nos mantuvimos en la divisoria entre el Río Yuracmayo (cuenca del Yavero), y algunos afluentes del Río Timpía. Finalmente acampamos en una gélida cuesta de uno de los afluentes del Río Timpía.
Al día sucesivo continuamos avanzando en dirección noroeste. A menudo, durante la difícil caminata, tuvimos que parar y resguardarnos de la lluvia utilizando telones de plástico.
Hacia mediodía nos detuvimos a comer nueces y uvas pasas, pero inmediatamente después empezó una fuerte granizada que nos impidió otra vez avanzar. Nos encontrábamos cerca del Lago de Ángel, pero debíamos aún atravesar un profundo valle. Durante el difícil descenso por una empinada ladera llena de huecos escondidos por paja alta y mojada, debimos detenernos nuevamente a causa de otra granizada.
Finalmente, después de una hora, llegamos a la cima del valle. 
La densa niebla nos impedía ver el lago, pero sabíamos que ese espejo de agua estaba oculto abajo de nosotros. Después de pocos instantes la niebla se disolvió y el lago apareció como por encanto. De lo alto se observaba su curiosa forma parecida a un 8 oblongo e irregular.
El nombre “Lago de Ángel” deriva del cuento de un indígena Matsiguenkas llamado Ángel, quien aseguró haber llegado allí en la década de 1960, cuando escapaba del valle del Río Yavero, donde había sido explotado inhumanamente por jefes peruanos. Ángel se quedó en las cercanías del lago por algunos días, pero el frío intenso y la falta de alimento lo indujeron a continuar el viaje hacia la zona tropical contigua al Río Alto Madre de Dios.
Después de haber atravesado un claro formado por musgo esponjoso donde nos hundíamos hasta la rodilla en el agua fría, llegamos a las orillas del lago.

Ubicación del Lago de Ángel
Lat. 12º 27.227’- Long. 72º 08.799’
Altura: 3709 msnm
De inmediato me di cuenta de que el lago tiene un emisario que constituye uno de los afluentes del Río Timpía. Acampamos cerca de él proponiéndonos otra vez explorar los alrededores al día siguiente.
Al otro día exploramos el bosque contiguo.
Noté que enormes rocas estaban encastradas formando barrancos y cavernas cuyas entradas están totalmente recubiertas por una exuberante vegetación, por musgos y líquenes. En la entrada de una de las cavernas vimos un pequeño muro quizás utilizado como una pequeña escalinata seguramente construida por el hombre en épocas remotas.

Al interior del bosque hay un “centro ceremonial” con una caverna formada por grandes piedras al lado, cuyo pavimento pareció haber sido allanado, con bloques, por seres humanos. Continuando la exploración de la parte sureste del bosque encontramos otros indicios de antigua presencia humana en la zona. A la entrada de otra caverna hay otro muro o plataforma ceremonial que quizás fue construido para delimitar el área “sagrada” de la de uso común. 
Luego, a pocos metros de distancia, está la evidencia de un viejo camino de piedra que, pasando por el bosque, se adentra en el valle del Río Timpía. Por la tarde continuamos la exploración y nos dimos cuenta de que en toda la región del bosque hay varios “dolmen”.
El más grande es triangular, situado en la entrada de la primera caverna; otros, de forma casi rectangular, están esparcidos por el bosque y podrían indicar puntos importantes pertenecientes a una red.

 

Ubicación del sitio ceremonial del Lago de Ángel:
Lat. 12º27.256’ – Long. 72º 08.804’
Altura 3705 msnm
En general llegamos a la conclusión de que el bosque adyacente al Lago de Ángel fue utilizado por motivos rituales y ceremoniales por personas andinas en un lejano pasado. Quizás algunas de ellas vivieron en las cavernas y en los barrancos del sitio arqueológico, pero para comprobarlo y, sobre todo, para saber quiénes fueron los antiguos habitantes, se tendrían que efectuar minuciosos trabajos de excavación.

 

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Al día siguiente, después de haber terminado la exploración exhaustiva del sitio arqueológico del Lago de Ángel, proseguimos nuestra exploración en dirección norte. Primero caminamos por el estrecho valle del emisario del Lago de Ángel y luego entramos en un valle adyacente donde fluye otro afluente del Rio Timpía. Seguimos un viejo camino de piedra, probablemente construido por antiguos pueblos preincaicos. A un cierto punto, no obstante, tuvimos que decidir si continuar a lo largo del sendero en dirección norte o si seguir otro arcaico camino en dirección noroeste.
En realidad, continuar en dirección norte nos habría alejado excesivamente del camino de regreso. El cansancio, el frío intenso y las adversas condiciones atmosféricas nos indujeron a decidir recorrer el camino troncal hacia el noroeste.
Inicialmente subimos por el valle atravesando un denso bosque nublado, luego continuamos nuestra caminata por la divisoria entre los valles de los ríos que fluyen hacia el Yavero y los de los ríos que fluyen hacia el Timpía. Nos encontrábamos ya por fuera del Santuario Nacional del Megantoni, pero las condiciones atmosféricas eran casi iguales: espesa niebla, fría lluvia y algunas granizadas.
Durante la caminata notamos que algunas plantas denominadas achupalla habían sido abiertas y que su pulpa había sido comida. Es una prueba de la existencia del ojo de anteojos (tremarctos ornatus), en las cercanías, al cual le gusta mucho esta planta.
Por la noche acampamos en una cuesta de donde se podía observar un valle de otro afluente del Río Alto Timpía.
Al otro día continuamos la caminata en dirección noroeste hasta llegar a una plataforma ceremonial rectangular, construida en piedra por pueblos antiguos. Lamentablemente, en la actualidad, la plataforma ceremonial, ubicada en el lugar que denominamos Último Punto, cerca a las fuentes del Río Taperachi (a su vez afluente del Río Tucumpinea) está en pésimo estado de conservación, ya que muchas raíces la están dañando.

Ubicación de la plataforma ceremonial del Último Punto
Lat. 12º 25.394’ – Long. 72º 12.260’
Altura: 3621 msnm
Entonces continuamos la caminata en dirección suroeste descendiendo hasta un denso y húmedo bosque nublado, donde acampamos a una altura de 3200 msnm.
Al otro día proseguimos en dirección suroeste descendiendo por un empinadísimo sendero apenas señalado. El descenso fue especialmente arduo; en primer lugar, porque el camino estaba casi por completo cubierto por una densa vegetación, pero sobre todo porque el suelo fangoso y viscoso nos hizo resbalar frecuentemente.
Hacia las tres de la tarde llegamos a la localidad de campesinos conocida con el nombre de Sacramento, ubicada a una altura de 1670 msnm, donde dormimos.
Al día siguiente viajamos a Quebrada Honda, de donde proseguimos el viaje hasta Cusco.
El balance de la expedición fue más que positivo. Primero que todo verificamos la existencia de una espesa red de senderos de piedra, construidos por gentes arcaicas, los cuales conectaban la cordillera de Paucartambo con la zona del altiplano de Pantiacolla, hasta llegar al Lago de Ángel.
Además verificamos que hay otros antiguos senderos que del Lago de Ángel se adentran en la selva tropical del Río Timpía hacia una dirección desconocida, y también hacia el noroeste, donde está situada la plataforma ceremonial del Último Punto.
El resultado más importante de la expedición fue, sin embargo, el estudio del sitio arqueológico del Lago de Ángel, donde hay algunos pequeños muros que delimitan las zonas rituales de las zonas de uso común y algunos peldaños que, ciertamente, fueron obras del hombre.
Se espera que nuestra expedición pueda motivar la realización de un estudio arqueológico profundo del sitio, con el fin de poder aclarar quiénes fueron los antiguos habitantes del Lago de Ángel.

 

YURI LEVERATTO Copyright 2012
Fotos y texto: Copyright de Yuri Leveratto

Se puede reproducir este artículo integralmente indicando el nombre del autor y la fuente, www.yurileveratto.com
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