Revista Digital de El Quinto Hombre

Sección CIENCIA -
EXCLUSIVO PARA EL QUINTO HOMBRE  
EL NUEVO PENSAMIENTO CIENTÍFICO bandera alemania.JPG

Trabajo basado en los escritos del doctor Ovidio Pracilio, autor de la “Teoría de la Planificación Universal” y asesor de nuestra revista CUARTA DIMENSION
DANTE PRACILIO

 

 

“Ciertos conceptos se encuentran por encima de vuestra conciencia y no podéis llegar a ellos de otra manera que por maduración evolutiva de vuestro yo. Trocando estos principios fundamentales por la ciencia, cambia asimismo todo el ensamblaje de vuestros sistemas científicos; se derrumban la física y la mecánica clásica newtoniana; pero los nuevos tienen la ventaja de responder a una realidad más completa y profunda. De modo que la mecánica racional se transforma en una mecánica de intuición más avanzada. Surgen posibilidades de solución para problemas a los cuales los viejos principios no pueden dar respuesta. La ciencia que os habéis construido es, sin duda, algo, y debíais hacerla. Pero hoy habéis llegado a un punto en que se torna necesario edificar otra nueva, para poder avanzar más lejos”.

Pietro Ubaldi: “La Grande Síntesis”

 

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El pensamiento científico de todas las épocas, pero especialmente el moderno viene buscando ansiosamente una verdad que muchos han intuido: la existencia de única ley matemática que aplicada a todas las creaciones del mundo físico y a todos los fenómenos naturales, a todos los explique.
El profesor Arthur Krausse se expresa así de ese problema de la Ciencia: “Hoy se hacen, en efecto, esfuerzos en la filosofía natural, para que prevalezca una concepción unitaria, pero los hechos a que hay que atenerse son mucho más numerosos que los que habría que considerar para que ello fuera posible. Hemos de mirar  a este respecto al futuro, con la esperanza de que surja algún día algún espíritu inspirado que nos brinde esta imagen por la que suspiramos, y hasta entonces hemos de contentarnos con resultados parciales como los presentados hasta ahora y los que van a añadirse, los cuales, no obstante, tienen sus defectos, y no pueden, por lo tanto, tener la pretensión de constituir el sistema global deseado.”

 

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El profesor Albert Michelson, premio Nobel de Física, inventor del interferómetro que mide la velocidad de la luz, decía con una verdadera intuición genial: “Supongamos que la tensión del éter corresponde a una carga eléctrica; al desplazamiento del  éter, una corriente eléctrica; a los vórtices del éter, los átomos. Si continuamos con esas suposiciones, logramos a lo que podría ser una de las más grandes realizaciones de la ciencia moderna, es decir, que todos los fenómenos del Universo físico son solo manifestaciones diferentes de las diversas formas del movimiento de una sustancia que lo ocupa todo: el éter.”

Einstein, que comparó a la ciencia con una novela policial, es decir, un misterio no resuelto, y que él, como muchos hombres de ciencia contemporáneos llegaron a creer que sería siempre insoluble, intentó, no obstante, con su teoría del “campo unificado”, encontrar la ecuación matemática única que enlazaría entre sí a todas las leyes físicas del Universo, aunque no lo pudo demostrar.
El doctor Ovidio Pracilio escribe: “Yo también, como es lógico, debido al propio impulso de mis investigaciones, he buscado lo mismo, aunque lo hice partiendo de la base de estas dos hipótesis para mí fundamentales:

 

1) Que el Universo físico es el producto de una técnica llevada al más alto grado de perfección.
2) Y que tanto su organización general, como las creaciones que lo componen, han sido planificadas por la Inteligencia Natural.
La tarea de los hombres de ciencia de todas las épocas ha sido la de descubrir, para conocer y luego utilizar las leyes que gobiernan el mundo físico, pero para lograrlo no se trabajó, que yo sepa, sobre la base de esas hipótesis fundamentales, y, en consecuencia, tampoco se buscó el medio que posibilite al hombre traducir a su propio lenguaje la planificación de las creaciones naturales, planificación inteligente no humana que jamás fue presupuesto de la ciencia

Ni aún la nueva ciencia llamada Biónica, nacida como imperativo de las necesidades de la técnica moderna y que trabaja sobre la base de saber que la Inteligencia Natural ha resuelto hace millones y millones de años en los organismos naturales los problemas sin solución que afrontan la ciencia y la técnica humana, si bien admite implícitamente la primera de las hipótesis, no trabaja, tampoco, sobre la base de la segunda.
Yo he trabajado en mis investigaciones sobre la base de ambas hipótesis y particularmente de la segunda, y como fruto de esa tarea creo haber logrado descubrir una técnica matemática (geométrica) que permitiría al hombre traducir a su propio lenguaje la planificación de las creaciones naturales.

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Si tal descubrimiento es positivo, significará, para lograr descifrar con él los misterios profundos de la Naturaleza tales como la estructura íntima de la materia y la mecánica atómica y sideral, lo que significó para lograr el conocimiento de civilizaciones prehistóricas el hallazgo de la piedra de Roseta que hizo posible descifrar los jeroglíficos egipcios, porque así como los antiguos no consignaban sus ideas con palabras a las que se les asigna significaciones arbitrarias sino con signos que reproducen gráficamente las ideas, así también la Naturaleza no ha planificado ni planifica sus creaciones con números aritméticos o ecuaciones algebraicas o fórmulas abstractas con significaciones arbitrarias, sino que ha planificado y planifica con formas geométricas, representativas de la real conformación y comportamiento de los elementos estructurales que componen el Universo físico.

Es por eso que yo creo que Einstein no pudo demostrar su teoría del campo unificado, ni lo hubiera logrado utilizando la matemática abstracta en vez de la matemática concreta o sea la Geometría.

Es verdad que cuando la mente humana llega a tales conclusiones e intenta concebir la existencia de una planificación universal, y cuando el espíritu del hombre comienza a adquirir la certeza de que todo cuanto existe en el Universo físico habría sido planificado por una o por múltiples Inteligencias de un orden superior al humano, se siente anonadado por lo que tal concepción significa, pues ello implica el comienzo de la tarea fabulosa de descubrirla, para poseerla.
Es algo así como si un átomo del organismo humano que fuera capaz de pensar, estudiar y concebir, pretendiera descubrir  la planificación del organismo, que es, comparado con el átomo, un universo casi infinito y maravilloso.
También es verdad que la sola contemplación con espíritu investigador del Universo y de cada una de las creaciones que lo componen y que están al
alcance de nuestros sentidos (fruto de una técnica perfecta aparentemente inaccesible para nuestra mente) es ya una audacia del ser humano. Y que aferrarse al propósito de querer arrancarle al Universo su técnica matemática perfecta (como lo intentó Einstein, entre tantos) técnica en base a la cual habría ese Universo planificado, quizás exceda los límites de tal audacia si para lograrlo se pretende utilizar una sola ecuación físico-matemática (geométrica) con el uso de un solo instrumento, el compás, que traduce una sola figura geométrica: el círculo.

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Sin embargo, lanzarse a esa aventura de intentar descubrir la planificación de lo Creado por la Naturaleza con solo el compás en la mano y autolimitando la investigación al exclusivo trazado de círculos, aunque de principio pudiera parecer absurdo, tiene por fundamento una deducción apriorística que la mente acepta fácilmente como verdad, sin querer admitir la existencia de algo que la contradiga: la premisa de que, si la técnica con la cual la Naturaleza planificó y sigue planificando sus creaciones es perfecta, debe basarse en una única dimensión igualmente perfecta, y esta no puede ser otra que la dimensión esferoidal, porque la esfera, como ya he dicho, es lo único matemáticamente perfecto que existe.

Sin embargo, lanzarse a esa aventura de intentar descubrir la planificación de lo Creado por la Naturaleza con solo el compás en la mano y auto limitando la investigación al exclusivo trazado de círculos, aunque de principio pudiera parecer absurdo, tiene por fundamento una deducción apriorística que la mente acepta fácilmente como verdad, sin querer admitir la existencia de algo que la contradiga: la premisa de que, si la técnica con la cual la Naturaleza planificó y sigue planificando sus creaciones es perfecta, debe basarse en una única dimensión igualmente perfecta, y ésta no puede ser otra que la dimensión esferoidal, porque la esfera, como ya lo he dicho, es lo único matemáticamente perfecto que existe.

Como realidad físico-matemática el Universo es el fruto de una técnica. Si esta técnica, en base a la cual la Inteligencia Natural  planificó y construyó el Universo no podría ser perfecto, ni tampoco ninguna de sus creaciones, ni podría existir en él nada que fuera perfecto, ni siquiera la esfera. Si, a la inversa, la técnica utilizada por la Inteligencia Natural es perfecta, el fruto de esa técnica, que es el Universo, será también perfecto, así como las creaciones que lo componen.

Siendo el Universo una realidad física (y no una abstracción) la matemática que lo ha planificado no puede ser abstracta, sino que debe ser concreta, y ésta es la Geometría, que trata de la extensión, de sus propiedades y de su medida.
Platón, que sabía esto prescribió para su Academia: “no entre quien no sepa Geometría”. O según solía decir: “que ningún hombre ignorante de la Geometría trasponga mi puerta”.
También lo dijo Einstein de otro modo refiriéndose al libro Elementos de Euclides: “quien en la juventud no se haya sentido trasportado por este libro, no ha nacido para investigador teórico”.

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                   Y si la Geometría no pudiera darnos una figura perfecta capaz de medir y delimitar en forma igualmente perfecta toda extensión del espacio físico del Universo, la Geometría también sería imperfecta y lo sería el Universo como fruto de una técnica ejecutada con ella. Pero si puede darnos esa figura perfecta y la Planificación del Universo ha sido trabajada con ella, el Universo será también una creación perfecta.

Todo geómetra sabe que la esfera es una figura geométrica perfecta, entre muchas otras características porque en ella todos los puntos de su superficie equidistan de un punto central, lo que hace que todos sus radios y todos sus diámetros sean iguales, así como porque toda sección de la esfera hecha por un plano es un círculo, y todo círculo máximo divide a la esfera en dos partes iguales, y porque entre todos los cuerpos que poseen igual superficie la esfera es el que tiene volumen mayor y de todos los cuerpos de igual volumen la esfera tiene un área menor o sea que es máxima  entre los cuerpos de área dada y mínima entre los cuerpos de volumen dado, etcétera.
El hombre sabe que la esfera es perfecta.
No obstante, el hombre no puede medir en forma perfecta ni su área ni su volumen ni ninguno de los círculos que resultan de toda sección hecha por ella por un plano ni ninguna de las circunferencias que contienen esos círculos.
La Geometría que creó la esfera es la que tiene que ser perfecta puesto que la hizo perfecta, y la matemática (humana) que no puede medirla perfectamente, es la que debe ser la imperfecta.

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Pero aunque el hombre no es capaz de medir en forma perfecta ni el área ni el volumen de la esfera ni sus consecuencias geométricas el círculo y la circunferencia, no por ello puede negar que la esfera es una figura geométrica perfecta. La imperfecta, repetimos, es la matemática humana que no puede medir perfectamente la perfección de la esfera.

¿Y por qué el hombre no puede medir en forma perfecta el área y volumen de la esfera, el área del círculo y la longitud de la circunferencia? Porque para medir el volumen de la esfera que es igual al producto de su superficie por la tercera parte del radio, debe conocer la superficie que es igual a su diámetro multiplicado por la circunferencia de un círculo máximo, y para obtener la medida de la circunferencia debe multiplicar el radio por PI, y a ésta constante matemática el hombre no la puede traducir matemáticamente en forma perfecta, pues le resulta: 3,1415926545897932846… Y si para obtenerla aplica el método de Arquímedes la obtendrá por un error en menos de un semi-centímetro por exceso, y si aplica el método de Adriano Metius la obtendrá con un error en menos de media millonésima por exceso, pero siempre con un error, al igual que si se utiliza, como se hizo en la época moderna, calculadoras electrónicas gigantes.

Esto implica que el hombre puede trazar una circunferencia, pero no puede medirla en forma perfecta con su matemática imperfecta para traducir en su lenguaje matemático las creaciones del Universo (planificadas éstas con una matemática perfecta basada en lo geométrico perfecto) su traducción será la imperfecta y no el Universo así perfectamente traducido”.

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