UN PERIODISTA ESCRIBE SOBRE FABIO ZERPA
83 JÓVENES AÑOS
Cuenta la historia que en 1951, un muchachito con pinta de galán llegaba a Buenos Aires. Atrás quedaban una vida cómoda, los libros de derecho y un empleo en el Banco República del Uruguay. El sueño de cruzar el charco ya era realidad, pero quedaban muchos mas... El principal: trabajar de actor y meterse a los porteños en el bolsillo. Los comienzos fueron duros, pero formaba, junto a Julio Sosa y Juan Carlos Mareco, un tridente imparable que quisieran tener en la cancha el maestro Tabárez o nuestro Alejandro Sabella. Y como era de esperarse, poco tiempo después, los tres yoruguas iluminaron el cielo de la Capital Argentina.
Estamos en Capilla del Monte, la ciudad del cerro Uritorico. El reloj marca las 16 horas del domingo 4 de diciembre de 2011. Un chaparrón acaba de refrescar la calurosa tarde. Hay un pueblo expectante, que colma el cine- teatro “Enrique Muiño”, con gente parada en los pasillos. Las luces del escenario se apagan e ingresa un Señor con todas las letras. Saluda sonriente y las 500 personas se olvidan de las butacas para pararse y aplaudir. Algunas secan sus lágrimas con pañuelos... Reconocen y aclaman a Fabio Zerpa. Es el día de su cumpleaños número 83 y su presentación se produce a la misma hora de su nacimiento en Rosario, Colonia, Uruguay, 40 años después de su primera charla en la ciudad serrana.
La vida nos regala muchas emociones, pero este día es sin dudas de los mas inolvidables para todos los presentes en la sala. Porque estamos frente a una persona que es muchas y una sola a la vez: profesor de piano, de historia, parapsicólogo, actor, investigador del fenómeno Ovni, miembro de la Academia Nacional del Tango... y ante todo un gran humanista, expresión que hasta me suena mezquina y debe ser reemplazada por el término “universalista”. Él nos enseñó a mirar el cielo, a entender que somos parte de algo mucho mas grande que la Tierra y el Sistema Solar, a buscar amigos y no enemigos, la paz y no la guerra, el perdón y no la condena.
Asi lo entienden todos en el Muiño y en cada rincón de Capilla. Porque si bien le entregan el Premio “Uritorico” los festejos no empezaron allí, sino dos días antes, con 40 alumnos que escucharon sus palabras en las Cabañas Onozone, al pie del Cerro, y lo colmaron de preguntas sobre los misterios de la vida terrestre y extraterrestre.
La frase hecha “83 jóvenes años” es en este caso una realidad con pruebas fehacientes. La vitalidad de Fabio no solo alcanza y sobra para responder a los interrogantes de todos desde la humildad de los grandes. También se extiende al futuro y nos cuenta de sus proyectos, de los viajes a tierras sagradas, mientras mira y analiza cuanta foto o video le acerquen. Atiende y se detiene en las cuestiones personales de los consultantes, sin perder un instante su buen humor.
Su compañera desde hace mas de 20 años, Adriana Ferreyra, es sin dudas su “siamesa” como él define. Lo asiste, lo cuida, lo mima, lo completa en este desafío diario de contribuir al bienestar de todos, de llevarnos hacia la luz de la verdad, la felicidad de vivir. Ambos crearon un contexto donde los desconocidos nos hicimos conocidos, donde la armonía y la energía ingresaron al ADN de todos y donde las horas se pasaron a la velocidad de la luz.
Si, en Capilla, durante esos días, Fabio creo un mundo aparte donde cada uno fue protagonista de su propio tiempo en plena paz con el resto. Sin lugar a especulaciones, misterios ni sospechas.
Qué honor haber compartido estas jornadas! Recuerdo las sobremesas familiares de discusiones sobre los dichos de este hombre que en 1972, en pleno éxito como actor, decidió dejar su carrera para hablarnos de la vida mas allá de nuestro planeta. Y también recuerdo a los miles que lo denostaban, lo trataban de mentiroso, de chanta, a lo que no lo comprendían y a los que no querían que nosotros lo comprendiéramos.
Hoy los cientificos y los gobiernos le dan la razón. Hace pocos años aprendí que todos podemos cambiar al mundo. El secreto es el precio que estemos dispuestos a pagar por ello. Jesús, Gandhi y Martin Luther King, por ejemplo, pagaron con sus vidas.
El destino o las causalidades, me permitieron estar este tiempo con una persona comparable con ellos, que soportó con estoicismo, sin rencores, dignamente, los agravios de los ignorantes y de los malintencionados. Un ser que tiene siempre su mano extendida, el abrazo dispuesto y los oídos abiertos para escuchar. Y que, como si esto fuera poco, no se cansa de decirnos “gracias por estar”... Quiero decirle Maestro, que los agradecidos somos nosotros y que nada podrá borrar de nuestros corazones todo lo que nos enseña.
Feliz Cumpleaños!!! |